Isabel Cárdenas es sinónimo de leyenda viviente de la historia de los migrantes salvadoreños en Los Ángeles, California. Su nombre está ligado a denuncias de los hechos violentos que se vivieron en El Salvador en época de la guerra, a la situación de los compatriotas que huían del país y llegaban ilegalmente a suelo estadounidense; al reconocimiento de la comunidad salvadoreña en Los Ángeles a través del "Día del Salvadoreño", por dar un ejemplo; a la fundación de organizaciones para ayudar a los inmigrantes; a la solidaridad con su país natal del cual ella salió cuando tenía apenas 9 años, en el año 1948.
Isabel fue clave para la proclama del Día del Salvadoreño
Aunque el tiempo ha pintado de blanco sus cabellos y sus pasos son más lentos, su agilidad mental le permite relatar sucesos importantes de la comunidad salvadoreña, así como de las figuras políticas estadounidenses con las que abogó por sus compatriotas.
El 8 de agosto de 1999, los salvadoreños celebraron por primera vez en la ciudad de Los Ángeles, "La Bajada", una fiesta cultural religiosa en honor al patrono de El Salvador, en cuya coordinación estuvo Salvador Gómez Góchez.
Las emociones que causaron en la comunidad migrante marcó a Isabel, quien asistió al acto por primera vez, lo cual fue suficiente para que comenzara a trabajar, con apoyo del concejal Nick Pacheco y el alcalde angelino, para obtener la Proclama Oficial que nombrara el 6 de agosto El Día del Salvadoreño. El concejal Nick Pacheco escribió una carta al concejal Mike Hernández para pedir su apoyo.
Una proclama es un anuncio oficial que reconoce públicamente una iniciativa o celebración.
Isabel era co-fundadora de SANA (Salvadoran-American National Association), por lo que esa organización fue nombrada como la que hizo la petición.
Un año después, el 4 de agosto de 2000, en la sesión del concilio de la ciudad de Los Ángeles, se firmó la Proclamación del Día del Salvadoreño.
Y dos años después, en 2002 y con el apoyo de Mario Beltrán, Isabel escribió la Proclamación del Día del Salvadoreño para el estado de California y el senado de ese estado la aprobó.
Luego, en 2004, Isabel escribió la versión de la Proclamación del Día del Salvadoreño, y con asistencia de la congresista Hilda Solís, el 28 de julio de 2005 presentó la resolución al Congreso. "Esta proclama federal permite que los salvadoreños en Estados Unidos celebren su día en agosto", recalca con emoción.
"Para que yo pudiera conseguir la proclama a nivel federal tuve que mandar copia de todos los salvadoreños que había aquí en California y en todos los estados y en las ciudades, en cada ciudad de cada estado, así es que me costó bastante para poderla conseguir", explica.
El trabajo solidario y de resaltar a sus connacionales ha hecho que Isabel sea merecedora de muchos reconocimientos.
Los recuerdos de El Salvador
A pesar de haber llegado con solo nueve años, el amor por su país se ha mantenido vigente.
Cuando llegó a Los Ángeles, los únicos salvadoreños que conocía eran los de su familia.
"Tenía todavía 9 años cuando vine y recuerdo que caminaba por las calles y me hacían falta los árboles de mango, los de marañón y todo eso. No me gustaba aquí. Creo que es por eso que siempre mantuve esos recuerdos. En Chalatenango, por ejemplo, yo iba al río con otros chiquillos y nos subíamos en las piedras y nos tirábamos al río. Y todos esos recuerdos, yo los tengo todavía.
Así que, en una ocasión... No, no recuerdo si fue en 1989 o 1990, algo así, fui yo a El Salvador y le dije a Werner Marroquín que me llevara al río. Me encantaba ir a ese a ese río (...), yo creía que era una poza grandísima y cuando fui, era una un charquito", relata, expresando alegría por aquel recuerdo de niñez.
Isabel tiene tanto que contar que está escribiendo sus memorias, por ejemplo menciona: "Yo protesté cuando estaba en el poder el general Carlos Humberto Romero (ocupó la presidencia de El Salvador del 1 de julio de 1977 hasta su derrocamiento el 15 de octubre de 1979; fue el último presidente de la dictadura militar), teníamos un montonal de protestas aquí por tanta matanza que había". Romero fue denunciado por fraude electoral.
Otros de los eventos que la marcaron fue el asesinato del arzobispo Óscar Arnulfo Romero, el 25 de marzo de 1980. Al día de hoy, ya con Romero como santo de la Iglesia Católica, es un hecho que la sigue conmoviendo.
Para esos días, ella participaba en los grupos salvadoreño-estadounidenses de solidaridad con El Salvador y estaba involucrada en un proyecto para organizar una gira del arzobispo de San Salvador por ciudades de Estados Unidos.
El día del asesinato del arzobispo Romero es algo que está marcado en detalle en su memoria. También recuerda que, un día después del magnicidio, protestó en el consulado salvadoreño en Los Ángeles, para que se investigara a los hechores.
Isabel, la carta de presentación de El Salvador ante los políticos
Hace 76 años, cuando Isabel llegó a Los Ángeles, eran pocos los salvadoreños que vivían ahí; fue la guerra interna de El Salvador, la que llevó a muchos de sus ciudadanos a emigrar a esa ciudad. Sin embargo fue el activismo de Isabel lo que hizo que importantes figuras políticas angelinas tomaran interés en la comunidad cuscatleca.
"Todos estos políticos conocieron a los salvadoreños por todas las protestas que yo hacía", dice Isabel.
Entre sus anécdotas está su encuentro con Hilda Solís, política estadounidense de raíces latinas, quien fue secretaria de Trabajo de Estados Unidos bajo la administración de Barack Obama entre 2009 y 2013.
"La conocí cuando ella estaba corriendo para un puesto político, pero ella no me conocía. Los mexicanos le hacían a ella eventos, entonces ella se me se me quedó viendo cuando yo dije 'la conozco desde hace 25 años, pero ella no me conocía a mi' ", relata; sin embargo años más tarde Solís le ayudó con la proclama federal.
Entre la gente que la apoyó también estuvo Antonio Villaraigosa, quien fue el primer alcalde hispano de Los Ángeles desde 1872. Estuvo en el cargo entre 2005 y 2013.
"Iba con los congresistas para hablarles de lo que estaba pasando en El Salvador, es más, el que era concejal del distrito uno, Gil Cedillo, fue a El Salvador. Él hasta fue a El Salvador, porque yo lo conocía muy bien, yo conocía a todos los del Congreso, los supervisores y hasta conocía a senadores,", recuerda,
Sigue pendiente de su país
Ese lazo y orgullo salvadoreño hacen que Isabel siga pendiente de lo que ocurre en su país natal; y ha procurado escuchar sobre las dos caras de la moneda.
"Un día vino una mujer y hasta estaba llorando porque su hijo lo había metido Bukele a la cárcel, me decía que tenía apenas 14 años y entonces yo decía, pues he oído muy buenas cosas de Bukele, pero también por lo que yo he visto y he oído que está sucediendo en El Salvador, como que quiere ser dictador igual que el de Nicaragua", analizó.
Imposible hablar de la historia de la comunidad migrante salvadoreña en Los Ángeles, sin hablar de Isabel Cárdenas, una leyenda viviente, una testigo de la historia, pero sobre todo una mujer llena de valentía y solidaridad con sus connacionales.
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