El Banco Central de Reserva (BCR) atribuyó la deflación interanual de un 0.31% en los alimentos al "fortalecimiento de agromercados, la apertura de la Central de Abastos y el combate a la especulación de precios y acaparamiento de productos", en un mensaje publicado en su perfil oficial de X. Sin embargo, según expertos consultados, las razones son otras y poco ha podido influir la estrategia gubernamental en ello.
Para el economista Carlos Acevedo, quien fue presidente del BCR, los números de El Salvador son el resultado de una tendencia registrada no solo en la región, sino en el mundo. Y es, también, consecuencia de la fuerte escalada de precios vivida en los últimos 3 años. Algo especialmente notorio en El Salvador, donde la inflación de los alimentos superó a la general durante 36 meses consecutivos (octubre de 2021 a septiembre de 2024).
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"En toda Centroamérica, incluyendo Panamá y (República) Dominicana, ha habido un proceso deflacionario… Cuando ha habido una inflación fuerte, la economía entra en un proceso de ajustes. Cuando hay escalada de precios, estos suben más en unos países que otros. Cuando bajan, lo hacen más en unos países que en otros… no hay que creer que solo aquí pueden estar pasando estas cosas", comenta Acevedo.
Lo que está viviendo El Salvador es, por tanto, el alivio lógico a un periodo largo de subida de precios sin tregua. Para hacerse una idea, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de los alimentos de noviembre de 2024 es un 25.15% mayor que el del mismo mes de 2020. Es decir que la comida ha aumentado en más de un cuarto de su valor en solo 4 años.
Un aumento de estas proporciones no ha sido habitual en una economía como la de El Salvador. Para hacerse una idea, hay que pensar que entre noviembre de 2012 y noviembre de 2020 (8 años), el índice aumentó en solo un 8.71%.
Por tanto, en los últimos cuatro años, los alimentos subieron su precio el triple que en un periodo del doble de extensión (8 años). Es una consecuencia lógica que, tras atenuarse los efectos de las causas de esos aumentos (como la guerra entre Rusia y Ucrania), la comida baje su precio.
El factor estacional
El guatemalteco Miguel Gutiérrez, de la Fundación Economía para el Desarrollo, explica que tras la caída de precios en los alimentos también hay un tema estacional: En Guatemala, su país natal, ha comenzado ha salir la nueva cosecha, que ha sido abundante por un invierno regular que contrasta con el del 2023, cuando se registró sequía.
"Si se da cuenta, hay una gran correlación entre los precios de los alimentos de Guatemala y El Salvador, porque buena parte son producidos en Guatemala. Básicamente se debe a eso, a la estacionalidad de los precios de los alimentos. Y que los precios estaban altísimos por el verano pasado. Ya se normalizaron", dice Gutiérrez.
En efecto, los alimentos que más han bajado su precio son las verduras, como lo destaca el mismo Banco Central de Reserva (BCR) en su publicación de X.
Las verduras, a su vez, fueron las grandes protagonistas cuando la canasta básica alcanzó su precio récord, en julio de 2021. Ese mes, el costo de esta para la ciudad fue de $264.92, $2.75 más alto que en junio, es decir que tuvo el 1% de alza.
Sin embargo, el precio de las verduras incluidas en esta (papa, repollo, tomate, cebolla, chile verde y güisquil) subió el 8.14 %. Si el análisis del incremento se hace de manera interanual (comparando julio de 2023 con julio de 2024) la tendencia es más notoria, pues el alza del precio de la canasta básica urbana en ese periodo fue del 4 %. En las verduras, en cambio, fue del 48%.
Ahora que su precio ha bajado, es natural que también impacte en el total del Índice de Precios al Consumidor de los alimentos.
Una respuesta con poco alcance
Danilo Pérez, del Centro para la Defensa del Consumidor (CDC), expresó en agosto de 2024 que los incrementos y disminuciones, más que a una política gubernamental, parecen responder a un tema estacional, de aumento en la oferta. Los productos son más baratos porque la cosecha ha empezado a salir y en el mercado hay una mayor cantidad. O son más caros por el motivo contrario.
Pérez indicó que la decisión de que el Gobierno entre a la comercialización no elimina el problema de fondo: una alta dependencia de las importaciones.
"La iniciativa de los agromercados, de la central de abasto, tiene un radio de acción que beneficia a unos cuantos consumidores. Cuando uno analiza la cadena de distribución, es posible concluir que es muy superior el esfuerzo que se hace en el mercado normal respecto a lo que está haciendo el gobierno", dijo Pérez.
Luis Treminio, presidente de CAMPO, secunda a Pérez. Asegura que todavía no hay una apuesta seria por el sector agropecuario desde el Gobierno: Han tenido noticias de que se está subsidiando a los comerciantes que venden en los agromercados, por lo que a estos les es posible vender un poco más barato. Sin embargo, al mismo tiempo, no hay fondos para el pequeño productor.