El papa Francisco realizó este domingo un llamamiento a la comunidad internacional para que se pueda llegar a la Navidad con un alto el fuego en todos los frentes de guerra.
«Hago un llamamiento a los gobernantes y la comunidad internacional para llegar a la fiesta de Navidad con un alto el fuego en todos los frentes», dijo el papa Francisco al final del rezo del ángelus asomado a la ventana del palacio pontificio ante los fieles reunidos ne la plaza de San Pedro.
Francisco volvió a pedir no olvidar y rezar por la paz en la martirizada Ucrania, en Oriente Medio, Palestina Israel y otros lugares done hay guerras y se sufre como «ahora Siria» y en Birmania o Sudan del Sur.
También entre sus llamamientos, el papa dedicó uno a Nicaragua para que «se busque siempre el camino del diálogo constructivo respetuoso para promover la paz, la fraternidad y la concordia en el país».
Además,
Francisco pidió este domingo que sea conmutada la ejecución para los detenidos de Estados Unidos condenados a la pena capital, tras el rezo del ángelus en la plaza de San Pedro.
«Hoy me llega al corazón pediros a todos que recéis por los presos de Estados Unidos que están en el corredor de la muerte, creo que son 13 o 15. Rezamos para que su condena sea conmutada o cambiada», dijo Francisco asomado a la plaza de San Pedro.
Y añadió: «Pensemos en estos hermanos y hermanas nuestros y pidamos al Señor la gracia de salvarlos de la muerte».
Francisco siempre ha condenado la pena de muerte al asegurar «que no da justicia y es un veneno para la sociedad», como escribió en el prefacio del libro recientemente publicado del abogado Dale Recinella, que acompaña espiritualmente a los condenados a muerte en Estados Unidos.
En el libro ‘Un cristiano en el corredor de la muerte’, el papa reiteró que «la pena de muerte no es en modo alguno la solución a la violencia que puede afectar a personas inocente» y que «las ejecuciones capitales, lejos de proporcionar justicia, alimentan un sentimiento de venganza que se convierte en un veneno peligroso para el cuerpo de nuestras sociedades civiles».
«Los Estados deberían preocuparse por permitir a los prisioneros la oportunidad de cambiar verdaderamente sus vidas, en lugar de invertir dinero y recursos en reprimirlos, como si fueran seres humanos que ya no merecen vivir y ser eliminados», escribió entonces Francisco.