En diversas ocasiones he notado una profunda falta de identidad en nuestro país. Incluso, he leído en ocasiones pasadas otros artículos que mencionan el tema. Pero nunca lo había palpado con tanta solidez como hace un par de días, a mi regreso del aeropuerto hacia San Salvador. Por Dios Santo, es que ya no se ven rótulos en español, todo está escrito en inglés. Dejaron de existir las "Tiendas Lupita" para ser sustituidas por algo así como "Doris´Shop" o similar a eso. Para no entrar en polémicas, no comparto los nombres reales que se leen por todo el camino.
Tampoco los nombres propios se han librado de esta ola de extranjerismos, pero empeorándolo. Porque los nombres no los escriben como realmente son en inglés, sino como les parece que se pronuncian. Ejemplo: Michael, es sustituido por Maycol. Han desaparecido los Chepes, los Chentes, los Chicos. Ahora conocemos a los Bryan, los Kevin, los Steven, los Jonathan.
De igual manera han disminuido ostensiblemente las Marías, Carmen, Isabel, Teresa, para aparecer las Yamileth, Yosabeth. Ashley, Katherine, Emily, Nicole y una nube de nombres inventados o mal traducidos, que definitivamente no los encontraríamos en el Santoral. Ni mencionar los menús que llegan al ridículo, con platos nuestros y sencillos con nombres que, lejos de causar admiración, dan lástima. Creo que todo eso se hace inspirado, en primer lugar, porque desde la más alta magistratura se prefiere el idioma inglés a nuestro riquísimo español. Y, para estar a la altura de un Surf City, por ejemplo, no luce anunciar pupusas de chicharrón, ¡qué va! Imagino que deberán establecerse como "burnt pig meat corn sandwich". Como salgo muy poco, no me he dado cuenta si ya esa delicia es anunciada así en los modernos menús de las modernas ciudades de nuestro moderno país.
De ninguna manera me opongo al desarrollo, todo lo contrario. Pero perder nuestra identidad no debe ser parte de ese proceso, sería un crimen. Si vienen extranjeros a visitarnos, es para conocer nuestra idiosincrasia y costumbres, no para ver imitaciones de las suyas. Nuestra población debe ser educada para poder atenderlos en un buen inglés, eso es muy bueno. Pero no suficiente. Porque, ¿qué les dirán en inglés, si no tienen la suficiente cultura general o específica (historia nacional, por ejemplo) para hablar con ellos, responder preguntas o resolverles problemas?
Antes o simultáneamente con aprender otro idioma, deben conocer el español, las reglas de urbanidad y el civismo. Y, les aseguro, los extranjeros se sentirían mejor siendo atendidos por un Chente que por un Bryan. Y es sorprendente. Porque en Estado Unidos sucede lo contrario: allí los negocios de salvadoreños se identifican como La Guanaquita, El Salvadoreño, Tienda Lupita, Taller de Chepe, etc. Y los estadounidenses están usando nombres en español: Sofia (no Sophia), Isabel, Margarita, Cristina, etc. También Alejandro (no Alexander), Pedro, Santiago, Antonio, etc. Es su manera de adquirir cultura general, lo que les motiva también a aprender el español.
Insisto en la importancia y urgencia de la educación. Si el objetivo es ser un destino turístico apetecido, debemos tener una identidad propia que ofrecer, no ser imitadores. Y, por supuesto, necesitamos ciudades limpias y ordenadas, una población educada, con excelente lenguaje en español, un buen nivel de inglés y grado óptimo en urbanidad, de lo que carecen, incluso, altos profesionales.
Empresaria.