"El culto a los héroes es más fuerte allí donde es menor el respeto por la libertad humana" (Herbert Spencer). La Humanidad se nutre de héroes. Cada héroe es símbolo de líder, generalmente con grandes o sobrenaturales virtudes. Cada sociedad y persona necesita de ellos como modelo a seguir. ¡Y si no los hay, se los fabrica! (El cine ha sido una de esas "fábricas"). De tal manera que nacen héroes por generación natural o prefabricados. A veces el héroe surge de la Historia o de la ficción, apareciendo en medio de la multitud o de un baño de oficina, como en el caso del famoso “Supermán”. En su estelar debut la sociedad los moldea, utiliza, sigue, promueve, destruye, conserva u olvida. Son además reemplazables. Cuando un héroe "de carne y hueso" envejece o deja de brillar, es desechado o despedido por la puerta trasera del teatro de la historia. Tal ocurre con los seductores maniquíes de las tiendas famosas de París, o Nueva York… a quienes cambian frecuentemente o descartan luego de brillar un corto tiempo de exhibición, por considerarlos "obsoletos". Sólo perduran en la historia aquellos héroes que trascendieron la vulnerable materia humana en la escena de la realidad o acaso de la ficción.
El héroe en la cartelera (I)
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