Las cenizas de Canelo, el perro guardián de la Asamblea Legislativa, fueron enterradas ayer en el jardín del mismo lugar y recibió el último adiós de muchos empleados que lo vieron cuidando el recinto y llenando de alegría el lugar con su presencia.
Canelo recibió asistencia con el Instituto de Bienestar Animal (IBA), le realizaron exámenes, pero por su avanzada edad falleció el pasado 9 de noviembre, informó el presidente del Órgano Legislativo, Ernesto Castro.
El diputado presidente expresó este lunes: “Fueron años de disfrutar su compañía en los pasillos de esta institución, siempre alerta, acompañando a los que llegaban a su hogar. Nos duele su partida, pero nos consuela saber que en esta Asamblea y El Salvador siempre vivirá su recuerdo”.
“En esta institución se le brindó cuidado y cariño; a cambio, él entregó amistad y lealtad”, expresó la institución a través de sitio oficial.
El mismo sitio compartió el testimonio de Milton Díaz, un empleado de seguridad de la institución que aseveró tener muchos recuerdos con el fiel residente del lugar, entre ellas cuando lo acompañaba a realizar sus rondas de trabajo o cuando lo veía a la defensa de gatos y mapaches.
“Aunque le costaba caminar, subía con nosotros por las gradas hasta la octava planta para hacer las inspecciones”, habría expresado el empleado.
La Asamblea aseveró en su sitio oficial que la pérdida de Canelo deja un vacío profundo en la comunidad legislativa, “donde su memoria será recordada como un símbolo de amistad, compañerismo y lealtad incondicional”.
Canelo fue adoptado por la institución en el año 2010, luego de que frecuentara el recinto.
Ahora, la Asamblea Legislativa queda solo con Chocolate, perro guardián y hermano de adopción de Canelo.