Por Acostumbrado a que con un “click” de mi ratón, paso de Berlín en Usulután a Berlín en Alemania, o de Armenia en Sonsonate a Armenia en las montañas de Cáucaso o de un artículo sobre la inteligencia emocional a uno sobre la inteligencia artificial. Me refiero a ese “click fantástico electrónico”, que en décimas de segundo cambia de una situación hacia otra. Lo quiero utilizar como un símil, a los cambios que suceden en nuestra mente, cuando de pronto, después que nuestro cerebro ha compilado un cúmulo de informaciones sobre algo específico, nos hace “click”, y de pronto se vuelven perceptibles, sentimientos y emociones, que estaban en el subconsciente.
También, cuando se presentan circunstancias que nunca imaginábamos que nos podían suceder y es entonces que el cerebro hace “click” y en solo unos segundos se reorienta el rumbo de la vida.
Pero también existe lo que podemos llamar el “anti-click”. Es el bloqueo o resistencia mental contra algo que sabiendo sus ventajas, no nos permite realizar el “click”, ni disfrutar sus beneficios. Es como el freno de mano que se aferra a la fuerza de voluntad y no la deja arrancar.
Es la actitud frecuente de "sí me gustaría hacerlo, pero lo pospongo y vuelvo a posponer, sin saber exactamente por qué, pensando que no es el momento adecuado, que en realidad no es tan urgente, que más adelante tendré más tiempo…
Algunos “clicks” por activar, se refieren a la salud, otros a cambiar los paradigmas, a cambiar de trabajo, a crear alianzas, dejar de posponer y posponer, no más comprar compulsivamente, o bien, empezar a ahorrar. Yo creo que el “click” más frecuente, es el de cambiar hábitos y reorientarse hacia una mejor calidad de vida.
A lo largo de mi vida he tenido unos 30 “clicks”, que siempre me han llevado a una mejor situación. El más importante, con 17 años, un día que hice lo que nunca había hecho, salir a las seis de la mañana a la puerta de mi casa, sentarme en la grada y comprar el periódico a un muchacho que gritaba “¡El Dioy, la Prensa!”. Al ojear el periódico, descubrí el anuncio de un nuevo plan de estudios en el ITI y la mente me hizo “click”. Al día siguiente, visité el instituto y me matriculé. Ese “click” cambió el rumbo de mi trayectoria hasta hoy.
Como intuitivamente sé que existe el “anti-click”, me he propuesto, por cada razón para no hacer lo que me sugiere el click, encontrar dos o más argumentos que refuerzan realizarlo. Eso sí, se requiere, entereza, dedicación y autodisciplina.
Hace seis años, en una visita sugerida de conocer un gimnasio -nunca antes había entrado en ninguno-, después de unos segundos de observar sentí el “click” de hacer ejercicio e inmediatamente me inscribí, contraté un instructor que me enseñó los ejercicios convenientes para una buena condición de salud.
Y esta semana he tenido el “click” de focalizar más mi alimentación en la dieta mediterránea, para mejorar los parámetros de mi estado de salud.
Conversando con personas sobre el tema de los “clicks” y los “anti-clicks”, es decir, los impulsos positivos y los frenos a la fuerza de voluntad, los “clicks” pendientes en la mente de muchos son: Bajar de peso. No procrastinar. Priorizar lo vital frente a lo trivial. Aplicar self y time management. Ordenar la mesa, la cabeza y su entorno de trabajo y como estos, también otros.
Un buen consejo, examine sus “clicks” pendientes y encuentre dos argumentos contra cada falsa razón por las cuáles los viene posponiendo.
Y en las empresas, señores empresarios, también hay muchos “clicks”, que siendo rentables, no deciden y posponen y vuelven a posponer.
Todo es más fácil y más sencillo con sentido común.
Ingeniero/