Una silla de metal sujetada con lazos y anclada a dos soportes de madera es el medio que utilizan los habitantes del cantón Cerro Pando, del distrito de Meanguera, en Morazán, para cruzar el río Sapo al salir de sus comunidades hacia la zona urbana.
Dicho mecanismo fue elaborado desde hace muchos años por la falta de un puente, aunque hoy usarlo representa un riesgo extra, por las crecidas en la zona debido a las lluvias.
Los niños que viven del otro lado del rio en el caserío Los Mejía, deben usar a diario ese recurso para poder asistir a su centro educativo; el más próximo es el Centro Escolar caserío Las Mesas.
Muchos son acompañados por sus madres de familia para asegurarlos en la travesía, ya que el mecanismo no cuenta con ningún tipo de seguro. Las personas solo se sujetan de los soportes y van bajo su propio riesgo.
De igual forma, adultos mayores que salen en busca de atención médica y hombres que salen a trabajar.
A diario lo utilizan muchas personas debido a la necesidad de entrar y salir de los caseríos.
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En esta época, donde las lluvias hacen que el río aumente en su caudal, existe el temor de que una creciente arrastre a alguien mientras cruza el río Sapo, debido a que en ocasiones ese caudal ha llegado hasta las cuerdas.
Otro de los riesgos es que se rompa. Uno de los lugareños relató a este medio que ese cruce peligroso, en años anteriores, ya ha cobrado la vida de una persona, que cayó a las aguas al romperse una de las cuerdas.
También en años recientes, una maestra cayó al agua según relatos; en este caso, por fortuna salió con vida del agua, pero con algunas lesiones.
El paso del tiempo, el sol y las lluvias deterioran los lazos, hasta el punto de reventarse al no soportar el peso, es por ello que los mismos habitantes le dan mantenimiento y cambian cada dos años los lazos y engrasa la polea.
Como "la garrucha" es conocido el mecanismo, que los lugareños han aprendido a utilizar; sin embargo, por temor algunos prefieren abstenerse a salir cuando está "lo crudo del invierno", como ellos lo llaman.
Y no solo es ese paso: mencionaron que en total son cinco, tres de ellos ubicados sobre el río Sapo y dos en la desembocadura del río Torola, y en todos tienen una "garrucha" para cruzar.
Santos Argueta relató que anteriormente en esa zona había un puente de hamaca, pero cuando impactó el huracán Mitch en 1998, la creciente creció tanto que lo arrancó, dejando totalmente incomunicados varios caseríos.
Un año después, dijo que les habían construido otra pasarela con bases más sólidas, pero también las crecientes del río la destruyeron.
"Los niños de la comunidad Los Mejía van a estudiar allá arriba en el caserío Las Mesas, los niños se cruzan en una garrucha como esta más arriba", indicó Argueta.
En total son 4 comunidades afectadas sin un acceso seguro para cruzar: Posa Onda, Los Mejía, Guajiniquil y Cerro El Coyol.
Para ellos es necesaria la construcción de puentes con mayor elevación de altura, debido a que los caudales llegan a tocar los lazos.
Los habitantes de la zona dicen haber hecho en muchas ocasiones solicitudes a la alcaldía para la construcción de puentes, sin embargo aún no tienen respuesta, por lo que piden ayuda a los ministerios del gobierno para que les agilicen una solución.