El pasado fin de semana se desarrolló la tradicional pedida de ayote en miel, una costumbre indígena que se ha mantenido por generaciones en Cacaopera, Morazán.
La actividad consiste en que cada año por dos días consecutivos casi al cierre del mes de octubre, en las viviendas se prepara ayote en miel, que es uno de los platillos típicos de El Salvador y de la temporada, para compartir entre las personas que llegan en caravana cantando un rezo.
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“Ánimas somos del cielo venimos, ayote pedimos por este camino, sino nos dan, con Dios la verán”, es como llegan cantando las personas a las casas para pedir ayote, al recibir el dulce manjar el grupo canta tres veces: iA la gloria !, y en el hogar que no abren las puertas los mandan al infierno”, relató doña Candelaria Pérez, participante de la actividad.
Según la creencia popular, para esas fechas se abren las ventanas del mundo espiritual y las ánimas salen y llegan a las viviendas donde vivieron o donde habitan sus familiares para convivir con ellos durante 8 días hasta el 3 de noviembre, día de los finados.
Para recibirlos se coloca un plato con ayote en miel con un vaso de agua y se enciende una candela por cada fallecido, en caso fuere un niño se coloca a la mitad, y como gesto de amistad se comparte el alimento con los vecinos y demás visitantes.
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“Cuando el reloj marca las 4:00 de la madrugada, de cada último fin de semana del mes de octubre, los adultos mayores reciben a las ánimas con un rezo y el rosario en mano, que es como un rito de bienvenida, se cree que es la hora que nuestros seres queridos vienen al mundo de los vivos de visita, reciben nuestros alimentos servidos y las candelas son para iluminarles el camino a este mundo, lo mismo se hace para su regreso”, explicó José Hernández, quien también participa.
Los campanarios de la iglesia suenan a esa hora y también se realiza un rezo con el santo rosario, a los 4 puntos cardinales, para recibir a las ánimas; a las 6:00 de la tarde, en el cementerio, se le brindan los respetos y se realiza la pedida de permiso para ser partícipe de la actividad a la cruz de San Bernardino, un altar kakawira donde los presentes rezan el Santo Rosario, posteriormente se dividen en sectores en las calles del pueblo en representación de las almas.
La celebración continúa el 28 de octubre, donde el ritual se repite. Dicen los locales que el 27 entran al mundo las ánimas de los niños y jóvenes que de alguna forma murieron, y el 28, las de la tercera edad, por ese flujo de entidades señalan que los abuelos no dejaban a nadie ir a los ríos o quebradas a hacer actividades y tampoco subir árboles o tirar piedras, porque eran los lugares donde ellos pasaban o reposaban y no se debe molestarlos.
Los abuelos de las casas anteriormente dejaban los ayotes en los alrededores de las viviendas, para que las almas llegaran y comieran el ayote, algunos aseguran que en el cementerio para esos días se percibe la presencia de las almas durante los rezos.
También señalan que la actividad es para recordar a los que partieron de este mundo, conservando la cultura e identidad de uno de los pueblos que aún conserva sus raíces indígenas en el oriente del país. Los creyentes de la tradición son feligreses católicos, quienes afirman que las tradiciones kakawiras han sido inculcadas desde los más pequeños por los ancestros. Las personas si no tienen ayote pueden brindar candelas, pan o cualquier cosa para compartir, dijo Hernández.
Esta creencia también se celebra en México y la fecha 27 coincide con la entrada de las ánimas, en este caso de las mascotas que fueron parte de las familias, quienes les esperan con comida de la misma forma.