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La responsabilidad de mando

La Corte Penal Internacional, establece que los superiores jerárquicos son responsables por los crímenes cometidos por sus subordinados si sabían o debían haber sabido de dichos actos y no tomaron medidas para prevenirlos o sancionarlos.

Por Mario Vega

"Yo no estaba en el terreno, no tenía control sobre las acciones de mis tropas. No fui informado de lo que hicieron. No podía supervisar todo lo que ocurría en una guerra tan caótica". Estas fueron las palabras de Jean-Pierre Bemba, ex vicepresidente de la República Democrática del Congo, frente a la Corte Penal Internacional que lo juzgó por graves violaciones a los derechos humanos cometidas por hombres bajo su mando. Bemba trató de evadir su responsabilidad al distanciarse de los abusos de sus hombres, alegando que no tenía control de todo lo que ellos hacían en el día a día.

Este caso se suma a los muchos en los que los líderes de las cadenas de mando recurrieron a excusas para negar su responsabilidad por los hechos cometidos bajo su dirección. No obstante, el derecho humanitario internacional y los tribunales internacionales han sido consistentes en rechazar esas excusas, argumentando que la responsabilidad de mando no se puede eludir cuando se trata de violaciones a los derechos humanos. Los líderes, al estar en posición de poder, no pueden delegar la responsabilidad o alegar desconocimiento.

Una persona en el poder puede desentenderse cómodamente de los abusos que se cometen por la distancia que le separa de los ejecutores materiales de las violaciones a derechos. Es posible que el líder nunca haya visto tales abusos y muchos menos haya participado de ellos. Pero el solo hecho de ser la mayor autoridad en la cadena de mando le hace plenamente responsable. La Corte Penal Internacional, establece que los superiores jerárquicos son responsables por los crímenes cometidos por sus subordinados si sabían o debían haber sabido de dichos actos y no tomaron medidas para prevenirlos o sancionarlos.

El argumento de la falta de conocimiento no es válido si había aunque fuera indicios de abusos, que hubiera debido percibir, ya no se diga cuando hubo denuncias recurrentes e insistentemente denunciadas. Si el superior tuvo información para conocer las violaciones, pero no tomó medidas para investigar, se le considera responsable. De igual manera, si el superior no ejerció un control adecuado sobre sus subordinados es culpable de negligencia o de no haber cumplido con su deber de supervisión. Incluso si el superior descubre las violaciones o se entera de ellas después que hayan ocurrido, es responsable si no toma medidas para sancionar a los responsables o para prevenir futuras violaciones.

La jurisprudencia internacional, como en los juicios de Núremberg y en la Corte Penal Internacional, ha afirmado que los superiores tienen la obligación activa de prevenir, detener o castigar las violaciones cometidas por sus subordinados. Un superior que argumenta no haber tenido conocimiento de las acciones de sus subordinados o que nunca las ordenó es considerado responsable si debería haber sabido y no lo hizo. Tal es la responsabilidad que implica una posición de mando.

Tampoco son admisibles las justificaciones que pretendan hacerse desde la perspectiva de que se perseguía un bien superior común. Augusto Pinochet intentó defender sus acciones como necesarias para preservar la seguridad nacional en una situación de emergencia. Él afirmó: «Lo que hice fue para salvar a Chile. Estábamos en guerra contra el comunismo. No ordené personalmente ejecuciones ni torturas. Actué para preservar el orden en una situación de emergencia». Su argumento no lo exoneró de responsabilidad ante los tribunales. Los derechos humanos son inalienables y no pueden ser anulados o limitados en ninguna circunstancia.

 Las posiciones de poder conllevan una responsabilidad inherente que no puede evadirse bajo la excusa de la falta de conocimiento, delegación de responsabilidades o situaciones de crisis. Los líderes tienen el deber de prevenir, detener y castigar violaciones de derechos humanos. En la medida que se asciende en los niveles de poder, la responsabilidad de mando se aplica con mayor rigor. Los líderes deben ser responsables, no solo por lo que hacen, sino también por lo que permiten o ignoran que se haga bajo su mando. El liderazgo implica una gran responsabilidad y una capacidad para actuar con justicia y rectitud. De no ser así, los tribunales internacionales están a la orden para el momento en el que menos se espera. La justicia puede tardar, pero siempre alcanza a quienes la infringen.

Pastor General de la Misión Cristiana Elim.

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Derechos Humanos Lucha Contra La Corrupción Opinión

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