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El derecho a escribir la historia. Siglos 19 y 20

Sin importar el origen, tenemos muchas razones para estar preocupados. No desperdiciemos el último aliento para aprender la lección. Cierto, nuestro sistema democrático tiene serios problemas, pero esta no es excusa para la acumulación de poder y desmontar nuestro aparato institucional.

Por Mauricio Ernesto Vargas

Me mueve conversar con ustedes el releer la historia "una lección no aprendida". El riesgo de entrar en una etapa donde valga todo, donde ninguno sepamos lo que es real y lo que es mentira, si el respeto de las leyes es el desprecio ¿Qué nos espera a los salvadoreños? ¿Qué estamos pensando y esto es para nosotros? ¿Será que somos indolentes o ignoramos nuestra realidad?

La reforma a la Constitución es una práctica recurrente para permanecer en el poder; se inició en el siglo 19 y se ha prolongado hasta ahora; lo que sí es claro, nunca la democracia y la población han ganado algo con ello. Algunos que usaron estos recursos son: Gerardo Barrios, Francisco Dueñas, Santiago González, Francisco Menéndez, Maximiliano Hernández Martínez.

La historia política también señala a personajes de cada momento argumentando que necesitamos a persona autoritarias, que logren el control de la historia de nuestro país, que necesitamos un gobernante que ponga orden, que el salvadoreño así quiere. "No comprendo, ni entiendo, la querencia a un autoritarismo permanente o crónico".

Me voy a centrar en el General Maximiliano Hernández Martínez, quien gobernó por 13 años. Señalo dos características que lo distinguían: habilidad política y férreo carácter. Ingresó a la política en 1930 presentándose como candidato. Fue el vicepresidente de Arturo Araujo, a quien derroco a los pocos meses.

Al corto tiempo sucede la sublevación de 1932 con sus consecuencias; además, el país sufría las consecuencias de la crisis económica de 1929, la cual enfrentó con medidas como suspensión de pago de la deuda externa, ley moratoria con suspensión de pagos de créditos hipotecarios, lo que le dio réditos en diferentes actores internos, llegándolo a considerar "el salvador de nuestra nación".

En 1934 depositó la presidencia en su ministro de Defensa, con la finalidad de hacer campaña en la búsqueda de un segundo periodo de gobierno; sus admiradores argumentaban que era necesario que siguiera en el poder para continuar su buena gestión, un factor que resalta: ¡cuando los gobernantes asumen medidas que violan el orden legal y constitucional, siempre tienen su justificación que es por la voluntad del pueblo o que es dios quien así lo decide!

En 1939 se dio paso a una nueva Constitución para permitir su segunda reelección, ganó las elecciones, pero ello dio pie al malestar y el señalamiento de que quería quedarse en el poder, malestar que ere controlado con drasticidad y determinación y una fuerte censura y capturas arbitrarias.

En 1943 convocó a una constituyente, con la idea de reformas a la Constitución y poder tener una tercera reelección con una asamblea puyabotones y sumisa.

En febrero de 1944 la nueva asamblea lo eligió para un cuarto periodo y prolongó el periodo a 6 años, pero el descontento crecía y el poder se ejercía través de los cuerpos de seguridad y el ejército en un estricto control de la población y sus recursos.

Con este panorama se llegó al 2 de abril de 1944 con un golpe de Estado, controlando instituciones militares y civiles, pero rápidamente el gobierno dominó la situación, iniciando una persecución y enjuiciamiento de los rebeldes y condenando a muerte a militares y algunos civiles, como consecuencia, salto el desánimo en la oposición al régimen. 

En una acción ante la desigualdad de fuerza se inicia una huelga en la Universidad de El Salvador por un grupo de estudiantes que se fue ampliando a los empleados públicos, el comercio y algunos empresarios.

La huelga fue breve y efectiva. Martínez al principio tuvo muchísimo apoyo popular, pero terminó como termina toda dictadura: en el exilio, repudiada y en espera de su muerte. 

Se podrán arrogar virtudes políticas, elaborar una narrativa insistiendo que solo ellos va a enrumbar el país, ser nuestra salvación.... "La mentira deseada" que es lo que sucede hoy a los salvadoreños. No se tiene interés de saber la verdad, sino escuchar lo que quieren oír, lo que en su mente tienen fijado lo que ellos quieren creer.

Entiendo que haya frustración en los salvadoreños, por los distingos problemas que pasamos, aunque no pienso que un autoritarismo nos va a cambiar la situación y que la realidad de nuestro pasado no da ninguna prueba que esto lo solucione.

El poder no debe ser un fin para grupo alguno, y el enorme grupo del resto de salvadoreños pague el precio de ello. Pasemos esa página y trabajemos juntos en lugar de estar enfrentados unos en contra de otros. 

Antes, solíamos tener discusiones de políticas públicas. Fiscal, de política exterior. No sé si decía la verdad o no. Todo tiene su fin, nada es a perpetuidad.

Sin importar el origen, tenemos muchas razones para estar preocupados. No desperdiciemos el último aliento para aprender la lección. Cierto, nuestro sistema democrático tiene serios problemas, pero esta no es excusa para la acumulación de poder y desmontar nuestro aparato institucional.

Nuestro futuro es crítico, no tenemos grandes recursos, recordemos que dato mata relato: hoy se ejecuta un gasto millonario dentro y fuera de nuestro país, para proyectar una realidad virtual. No deseo leer en el futuro "la crónica de un suicidio institucional anunciado.

"NO ESTIREMOS DEMASIADO EL ELÁSTICO" 

General (r) de la Fuerza Armada de El Salvador.

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Historia Salvadoreña Opinión

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