Rusia es una potencial global, no tiene ya el poder de antaño con la URSS, pero su influencia y poder son indiscutibles. Son los terceros mayores productores de petróleo del mundo, el mayor arsenal nuclear global, y sus intereses están en los 5 continentes. En tanto un país como este se encuentre en una guerra como la de Ucrania, es imposible que los efectos de esta se limiten a las fronteras del invadido.
Esta semana analizamos cómo la guerra de Ucrania ha llegado directamente a suelo africano. Bienvenidos.
El grupo de mercenarios ruso Wagner, el cual protagonizara un caótico intento de golpe de estado en 2023 a manos de su líder Yevgueni Prigozhin y saltara a la fama en el conflicto europeo, ha sido el encargado de llevar a cabo el trabajo sucio de Rusia en África desde hace ya muchos años, es de hecho su cuna y hábitat natural. Actualmente posee influencia sobre 13 países del continente, de los cuales Mali, Libia, Sudán, y República Centroafricana tienen tropas desplegadas participando incluso en los conflictos internos; todo en aras del beneficio de Vladímir Putin. Esto permite extender el brazo de Moscú en una disputada región, principalmente con Francia, y es por tanto de gran interés. Ahora Rusia está más presente que nunca.
Vista la posición rusa, es importantísimo entender que Ucrania pelea 2 guerras en este momento. Una sobre el campo de batalla y otra en la diplomacia. El gobierno de Kiev debe asegurar que la agresión sufrida no deje de ser relevante para poder asegurar su ayuda, pero también deben conseguir el apoyo diplomático de cara a las negociaciones de paz sin importar cuando éstas lleguen. Es por ello que desde que empezara la guerra, Ucrania haya abierto 3 embajadas y tengan planes de abrir otras 6 en África, sumando con esas ya 19 sedes. Es otra forma de pelear la guerra política por la narrativa y la legitimidad.
Sin embargo, las acciones ucranianas no se limitan a una ofensiva política, sino que su compromiso de golpear militarmente a Rusia donde y cuando puedan se ha concretado ya en el gran continente africano, sin importar que ello les ensucie las manos en los conflictos regionales. El 27 de julio de 2024 (en Mali) un convoy de soldados malienses y de Wagner transitaba por carretera en un caluroso día, cuando de pronto, de un segundo a otro el infierno se desató sobre ellos. Decenas de miembros de la milicia local de los tuaregs arrojaron una lluvia de fuego con balas, morteros, y lanzacohetes sobre el convoy.
La práctica totalidad del grupo ruso-maliense fue brutalmente masacrada. La escena dantesca fue grabada y posteriormente difundida en redes sociales como un símbolo de victoria, mientras a tenor de las evidencias, resulta explícito que los servicios de inteligencia ucranianos estuvieron involucrados cuanto menos en la planificación del ataque, quedando un poco a la deriva si incluso tomaron acción en el lugar de los hechos. En el ataque murieron 131personas, y provocó la ruptura de relaciones diplomáticas entre Mali y Kiev.
Es importante destacar que el anterior incidente no es aislado, la inteligencia militar ucraniana (GUR) atacó solo un par de días después una base militar rusa en Siria. Y estos son solamente los incidentes que han llegado a ser públicos. Otro signo más de la internacionalización de este conflicto.
Considerando que alrededor de la guerra hay ya bloques muy diferenciados entre los aliados de cada contendiente, el escrutinio público y legitimidad que cada uno de los países “no alineados” de, será muy importante en la valoración que se tenga del conflicto una vez que finalice. En las guerras no solo se pelean las fronteras, se pelea el discurso.
Analista de temas internacionales.