Todos los países de Centroamérica han presentado deflación en los alimentos y bebidas no alcohólicas en septiembre respecto a agosto de 2024, lo que se puede traducir en un alivio a los bolsillos de sus ciudadanos, sobre todo en El Salvador, que recién vivió meses de crisis por una galopante inflación de la comida. Debido a ello, alcanzó, en julio, la cifra más alta de la canasta básica desde que se tiene registro: $264.92.
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Los alimentos son el producto esencial por excelencia. Tanto es así que es, según la metodología de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), no poder adquirir una o dos canastas básicas marca si una persona está en pobreza monetaria o en pobreza extrema.
El país con la mayor diferencia entre los índices de precios al consumidor de este rubro entre agosto y septiembre fue Nicaragua, con una deflación del 2.32 %, seguido por El Salvador (1.83%) y Costa Rica (1.31%), un país que lleva un buen tiempo con registros de inflación negativa. Para hacerse una idea, en ese país los alimentos muestran un índice de precios al consumidor en septiembre apenas un 0.03% más alto que el mismo mes del año anterior.
Esta realidad se debe a la potencia de su economía, que muestra las cifras de Inversión Extranjera Directa (IED) más altas de toda la región. Por otro lado, sus políticas monetarias han fortalecido al Colón frente al dólar. En el caso de El Salvador, el crecimiento interanual fue del 1.21%, un dato menor que el de casi todos los países en Centroamérica, donde todos superaron el 4%. El que tiene el peor registro interanual es Nicaragua, con el 5.41 %. Además de Costa Rica, solo otro mercado tuvo una inflación interanual menor en los alimentos: Panamá. En este caso es deflación, pues la nación canalera ahora presenta un índice 0.15% menor que hace un año.
Que todos los países muestren deflación de un mes a otro se traduce en que dicha desaceleración es un fenómenos estacional, provocado por factores como una mayor disponibilidad de productos agropecuarios gracias a la salida de nueva cosecha. Eso es lo que opina Danilo Pérez respecto al caso de El Salvador, que también ha tenido una ventaja externa, propiciada por el gobierno de Guatemala: un combate más fuerte a la especulación.
"Lastimosamente, lo más probable es que esta tendencia vuelva a cambiar allá por diciembre, cuando comienza a entrar el verano. Volveremos a ver un aumento de precios, pues las condiciones no han cambiado", advierte Pérez.
Eso es una realidad, sobre todo, en el caso de las verduras, antes los alimentos más accesible para cualquier bolsillo. En julio, sus precios aumentaron en un 48% respecto al mismo mes de 2023, por lo que se convirtieron en las mayores contribuyentes para que el país registrara su récord en la canasta básica.
El economista Alfonso Goitia opina que las medidas adoptadas desde el Estado desde julio para atajar la escalada de precios no han tenido ninguna incidencia sobre los precios de los alimentos. Ni agromercados, ni eliminación de aranceles, ni amenazas a comerciantes. Más bien, señala que la mayoría de medidas parecen estar encaminadas a favorecer un mayor flujo de importaciones, y de mercados diferentes al centroamericano, para el que, desde hace mucho, ya no existen aranceles por diferentes acuerdos de libre comercio.
Goitia sostiene que no se ve interés del gobierno en el trabajo de los productores locales y cómo puede contribuir a aumentar la seguridad alimentaria de la población. Una muestra es que disminuirá $68 millones el presupuesto para el Ministerio de Agricultura y Ganadería en 2025 y ha programado fondos insuficientes para el programa de la tarjeta agrícola.