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Lempa: ¿Cuándo un sí es un no?

Los US$ mil millones, por cierto, afectan a menos del 10% de la deuda externa incrementada astronómicamente por Bukele los últimos 5 años. El impacto será rescatar de la muerte a la Cuenca del Lempa (que carga con 4 hidroeléctricas) y un giro económico-social del país, en particular de las comunidades de defensores ambientales como los de Santa Marta, Cabañas, vencedores en el juicio espurio del que fueron víctimas bajo el régimen de excepción.

Por Napoleón Campos |

Esta misma interrogante utilicé para señalar el bajo reconocimiento que Nayib Bukele recibió el 1 de junio pasado, cuando se invistió a sí mismo quebrando nuestra Constitución que prohíbe la reelección presidencial consecutiva, y en el escenario de destrucción del patrimonio cultural en el Centro Histórico de San Salvador.

Semanas después, el presidente ecuatoriano Noboa confirmó mi sentencia de que a Bukele le habían dado esa clase de “sí” que en verdad y a la larga es un no. Noboa retrató a Bukele a la revista The New Yorker como un arribista, un resentido dispuesto a apropiarse de los recursos públicos, junto a su familia, con tal de rivalizar a las riquezas de viejo cuño en el país.

Varias delegaciones de gobiernos y entes multilaterales que cumplieron el ceremonial el 1 de junio, a su regreso-me dicen-reportaron el espectáculo por las vestimentas de civiles y militares, y el juramento populista sobre la “medicina amarga” que la calificadora global Fitch ya denomina “descontento popular” por el irresponsable manejo del presupuesto general de la nación-entre la caída de la actividad económica, el sector agropecuario, las industrias manufactureras y de la construcción, las exportaciones y las inversiones desde el exterior-que impacta la supervivencia de cientos de miles de familias: pobres más pobres y capas medias empujadas al umbral de la pobreza.

Desde entonces, sólo Milei ha hecho eco de Bukele. Bukele llegó a Buenos Aires el día que se supo que, en sus 9 meses de ejercicio, Milei es responsable ya de 5% más de pobreza. Los periodistas de más prestigio cuestionaron a Milei por qué recibía a un gobernante de facto con pruebas en la mano de violentar los derechos humanos de miles de inocentes sin nexos criminales ni antecedentes penales. Le reprocharon a Milei que era una relación inútil para la Argentina. El saludo desde el balcón de la Casa Rosada a unos contados en la Plaza de Mayo-incluido el personal de la embajada salvadoreña-fue el fin de la visita retornando Bukele sin nada pero con más dinero público derrochado en avión privado, hotel 5 estrellas y vehículos de lujo.

Ahora en octubre, Bukele recibe el más rotundo no con la trascendental decisión de la Administración Biden sobre el canje de US$ mil millones de deuda para así colaborar estratégicamente sobre la otra gran supervivencia de El Salvador: la Cuenca del Río Lempa. El régimen inconstitucional por supuesto lo presentó como espaldarazo, pero el propio embajador Duncan se adelantó en afirmar que la compleja operación política y financiera de su gobierno es por el pueblo salvadoreño que con Bukele sufre una enorme degradación ambiental.

Es imposible no leer este episodio desde la política internacional. También EE. UU. se adelantó a que una operación así fuera ejecutada por Rusia o China con un Bukele que tiene el agua hasta el cuello por la deuda pública total y la deuda externa. El canje de deuda por naturaleza comenzó en el país desde los Acuerdos de Paz, gracias a la buena voluntad de prestamistas como el propio EE. UU., y Canadá, cuyos primeros canjes favorecieron una amplia participación ciudadana en proyectos verdes en todo el territorio nacional que en 1994 desembocaron en el Fondo Ambiental de El Salvador (FONAES) decapitado por Bukele y sus diputados de Nuevas Ideas el 2022. 

Este no a Bukele es de tal magnitud que no es que no se pagará la deuda: en vez de pagarle a los prestamistas se hará en millonarias cuotas al fondo de conservación del Lempa, en cuyo esquema de gobernanza tiene mayoría la sociedad civil a la que Bukele le clausuró espacios de incidencia en toda la esfera pública. La dirección de proyectos estará a cargo de una prestigiosa ONG estadounidense de confesión católica que arribó a El Salvador en los 80s para actividades humanitarias. El esquema tiene lo mejor de los primeros canjes: participación cívica, transparencia y rendición de cuentas. ¿Funcionará en esta época antidemocrática, sin Estado de Derecho? Si Bukele atenta contra el fondo de conservación la operación de US$ mil millones sería interrumpida o detenida por completo.

Los US$ mil millones, por cierto, afectan a menos del 10% de la deuda externa incrementada astronómicamente por Bukele los últimos 5 años. El impacto será rescatar de la muerte a la Cuenca del Lempa (que carga con 4 hidroeléctricas) y un giro económico-social del país, en particular de las comunidades de defensores ambientales como los de Santa Marta, Cabañas, vencedores en el juicio espurio del que fueron víctimas bajo el régimen de excepción.

No podría ser mejor la despedida con El Salvador del presidente Biden y con nuestro río sabiamente llamado Lempa en náhuatl: “en la orilla del agua”.

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Nayib Bukele Opinión Río Lempa

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