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"El régimen me arrancó a mi hijo”: madre de albañil que murió 13 días después de liberado

El joven albañil presentaba desnutrición severa, un tumor en el oído y había sufrido un derrame facial estando en prisión.

Por Lissette Lemus | Oct 15, 2024- 18:41

A Juan, el Estado salvadoreño no solo le destruyó su salud en el interior de una cárcel hasta dejarlo moribundo. También le negó el derecho  de información a la familia sobre su estado médico, el cual conocieron con certeza hasta el 1 de octubre que, por orden de un juez, fue liberado del centro penal de Quezaltepeque.

Las últimas fotografías que la familia le tomó al joven albañil, en los pocos días que estuvo en su casa, parecen sacadas de la Enciclopedia del Holocausto, la cual documenta el horror que se cometió en la Segunda Guerra Mundial contra los prisioneros del régimen nazi. 

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Juan Saúl Castillo Alberto agonizó lentamente luego de ser liberado de la prisión de Quezaltepeque, donde había permanecido los últimos meses, debido a su grave condición de salud, según lo poco que él mismo relató a su hermana.

La familia de Juan no sabe desde cuándo exactamente comenzó el calvario de sus enfermedades, pero al momento de su liberación presentaba: desnutrición severa, había sufrido un derrame facial, traía un tumor maligno en el oído derecho, ya no podía caminar por sí mismo y no volvió a comer. 

Los familiares sabían que su muerte era inminente, pero tenían la esperanza de recuperarlo en la casa e hicieron hasta los imposible, pero se enfrentaron a una situación desoladora al no poder hacer nada más que acompañarlo en su muerte.

“Las condiciones que me lo entregaron a él ya estaba al borde de la muerte, ya era solo para venir a morir a la casa, ya no comía normal solo Ensure y líquido nada más”, relata la hermana. 

Pese a la indignación de la familia manifiestan que no denunciaron el caso, porque cuando se los entregaron en la cárcel les dijeron que no lo querían ver en los medios de comunicación. 

“A mi primo le llamaron que lo fuéramos a traer, pero con una condición, de que no fuéramos a dar ningún reporte a los medios de comunicación. Mi mamá les dijo «saben lo que han hecho, porque esto que han hecho con el cipote es una injusticia», explicó la hermana.

Así lucia Juan Castillo luego de ser liberado tras casi dos años de estar detenido bajo el régimen de excepción. Foto/ Cortesía

Ante la gravedad de la situación de salud que presentaba el joven su familia lo llevó un día después al hospital San Rafael donde le realizaron un procedimiento quirúrgico en el oído, pero al siguiente día le dieron el alta.

Seis días después la familia lo llevó nuevamente al Hospital San Rafael, pero por falta de cupo fue enviado al Hospital El Salvador, donde permaneció tres días, solo recibiendo cuidados paliativos. 

“En el hospital me dijeron claramente que él ya no tenía cura, que me lo habían dado sólo para que viniera a morir a la casa. Eso ahí adentro lo fue a agarrar porque cuando lo llevaron él iba sano, no tenía ni una enfermedad”, manifestó la hermana.

Según documentos médicos, en febrero de este año a Juan le practicaron una biopsia donde le diagnosticaron un carcinoma en el oído derecho, posteriormente recibió quimioterapias. 

El 13 de octubre, dos días después que fue de alta del Hospital de El Salvador, la familia lo llevó de regreso, pero esta vez ya no alcanzó a llegar, en el parqueo del centro médico fue declarado muerto. 

“El régimen me arrancó a mi  hijo. Este régimen está acabando con los jóvenes de bajos recursos. Me lo arrancaron sin andar en pandillas, él no merecía pasar por esta situación”, lamentó la madre de Juan, frente a su féretro en el cementerio general de La Libertad.

Ana Guadalupe contempla el ataúd de su hijo Juan Castillo antes de ser sepultado. Foto EDH/ Francisco Rubio

A pesar que Juan presentaba trastornos del habla, lo que le dificultaba comunicarse con los demás, previo a su captura había laborado varios años en la empresa constructora del by pass en La Libertad, construido con fondos donados por el gobierno estadounidense.

Anteriormente trabajó con la empresa en la reconstrucción del puente Melara, según consta en una fotografía que la familia guarda. Aunque la empresa es privada, usaban uniformes Fondo de Conservación Vial (FOVIAL) y del Ministerio de Obras Públicas (MOP) durante el desarrollo de los proyectos. 

La familia de Juan ya no espera nada de la justicia salvadoreña, porque lo que esperaban es que les dejaran demostrar que él no era un delincuente y que su captura era arbitraria, ahora solo ponen esta tragedia "en las manos de Dios".

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