Las imágenes del candidato de la oposición venezolana, Edmundo González Urrutia, al lado del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, en Madrid, el 12 de septiembre pasado, parecían concluir una etapa política abierta por el escrutinio de las elecciones del 28 de julio pasado. ¿Reconocimiento de una derrota, como lo afirmó Nicolás Maduro poco después de la salida de su opositor, o afirmación de la represión de un régimen ilegítimo tal como lo claman las figuras de la oposición, la primera Mario Corina Machado?
Ya pasaron varios años desde que se abrió una crisis exacerbada por el reforzamiento de un sistema de control del espacio público, por las dificultades de una economía en cámara lenta y por un medio ambiente internacional inflamable. Para llegar a las elecciones del 28 de julio pasado y lograr una supuesta reelección el régimen bolivariano se negó a sí mismo, invirtió su propio patrón de valores refugiando en el desorden mundial pensando que será el mejor "paraguas" o protección frente a sus imposturas vestidas de una retórica de "liberación" de los pueblos y de la nación con un discurso de justicia social. La última campaña reveló el grado de la impostura.
Los tiempos actuales ofrecen oportunidades, en medio de una nueva guerra ideológica, a regímenes que usan sin restricciones instrumentos de un autoritarismo que ni busca esconderse: Nicaragua es uno de estos. Venezuela busca ser un nuevo líder en América Latina de esta dinámica, "cabeza de puente" de un frente en el cual se cuenta Irán, que busca derrumbar al sistema de gobernabilidad internacional creado después de la Victoria de los Aliados en 1945.
Dos frentes están abiertos: interior y en el espacio exterior. En Venezuela, el objetivo consiste en guardar el control de la expresión del voto, haciendo prevalecer apariencias de pluralismo. La institución encargada de organizar las operaciones electorales, el Consejo Nacional Electoral, está constituida de personas nombradas por el poder ejecutivo. De igual manera, le toca al Tribunal Suprema de Justicia. Por otra parte, las condiciones de inscripción sobre las listas electorales de los venezolanos viviendo en el exterior, se han hecho más complicadas: plazos más cortos, ausencia de información sobre periodos abiertos para inscribirse, multiplicación de documentos a fin de limitar el número de votos del exterior, electorado considerado en Venezuela como hostil al régimen. Los candidatos de la oposición notables, como fue con María Corina Machado en 2024, están impedidos en declararse o cubiertos por una decisión de justicia que los vuelve inelegibles para un periodo largo: en el caso María Corina Machado, se trata de un periodo de 15 años.
Por supuesto, las presiones llegan de las instituciones tributarias: (el SENIAT) multiplicó investigaciones, cierre o incautaciones de pertenencias. Por ejemplo, cuatro hoteles adonde la líder estuvo, un restaurante en el estado de Guarico, en la municipalidad de Corozopando. comunicación oficial omnipresente, la mecánica del régimen ha sido implacable para un candidato, Presidente de facto, poniendo en relieve en conflicto entre legalidad y legitimidad. Contestando los resultados declarados por el CNE, afirmando que Nicolás Maduro había ganado con 51.2% contra 44?2% a Edmundo González Urrutia, la oposición contestó estas afirmaciones. Negando la propia ley electoral establecida por el régimen, el CNE nunca publicó las actas de las salas de voto, presentados por ejemplo ante la OEA por el Centro Carter, o ante instituciones europeas.
Aquí, llega en frente exterior: desarrollando un discurso clásico de una "Nación bajo asedio" por un occidente hostil y opresor, Nicolás Maduro se permite, usando una retórica a la vez patriótica y de libertador, contestar y denunciar dicha actitud. Tal como en Nicaragua, estar en desacuerdo significa ser anti-patriota y sospechoso de ser "comprado" por unas naciones extranjeras para "destruir" el cemento nacional que está unido para hacer vencer la justicia social y el bienestar colectivo que al final de años, aparece solamente clientelista.
Este contexto explica el apoyo y reconocimiento de los resultados anunciados por Caracas, de parte de Nicaragua, Cuba, Bolivia, tanto como Irán o Rusia. Mientras dos conflictos armados están vigentes, en Ucrania desde al ataque de Rusia el 24 de febrero de 2022, en Próximo y Medio Oriente a raíz de los ataques terroristas del Hamas en Israel el 7 de octubre pasado, sigue una batalla sobre el escenario político, cultural para contribuir no solamente a la emergencia de un nuevo sistema, lo que pude por definición ser interesante, sino destruir los valores y estructuras del "Occidente".
En Venezuela, el uso desinhibido de la intimidación política y de la fuerza, contra por ejemplo manifestantes desde julio pasado, provocando la muerte de 28 personas, a través de una ideología de liberación, permite desbordamientos y excesos ilustrando la deriva de un país que hubiese podido tener un papel de líder económico y modelo de desarrollo.
Más que nunca, la paz en América Latina parece ser ligada al proceso de transición política que está por el momento amordazada por un régimen que usa y abusa del poder. Diez países en América Latina rechazaron por el momento, de manera "categórica" los resultados del Tribunal Supremo de Justica: Argentina, Costa Rica, Chile, Ecuador, Paraguay, Uruguay, Perú, Guatemala, República Dominicana, Panamá. Pero la solución debe provenir de los propios venezolanos, que saber que parte de la comunidad internacional está presente a sus lados: el parlamento europeo adopto una resolución el 19 de febrero pasado, reconociendo como Presidente legítimo a Edmundo González Urrutia.
¿"Bis repetita" con los años pasados cuando Juan Guaidó se oponía a Nicolás Maduro? No necesariamente tan sensible y tensa se ha puesto la actualidad internacional.
Mientras tanto, Edmundo González Urrutia anunció que estaría presente en Caracas el 10 de enero próximo, día de la toma de posesión oficial del mando presidencial. Aunque parece hoy en día físicamente difícil, existen varias formas, incluso digitales, para marcar una presencia en un evento que cristaliza las tensiones, anunciando una permanencia de inestabilidad en Venezuela.