La guerra en Ucrania es el gran conflicto de nuestro tiempo, como secuela de la Guerra Fría. Tras dos años y medio se ha cobrado ya la vida de al menos 280,000 personas y causado 800,000 heridos.
Con el paso en falso que dio Rusia en el inicio del conflicto en 2022 estuvo claro que no estaban listos para una guerra de estas características, y a pesar de sufrir vergonzosas derrotas como la de Kiev, Kherson y Járkov, decidieron huir hacia adelante, dispuestos a tragar sus errores, reducir sus objetivos (ambicionando ahora solo el sur y el este de Ucrania en lugar del país completo) y pese a todo aún encajar el golpe.
La guerra inició con 200,000 soldados rusos. Ahora Rusia ha movilizado a más de un millón de tropas, 283,000 solo en los últimos 2 meses. Y aunque el frente de combate es una picadora de carne, los rusos avanzan lento, pero constantemente. La apuesta es grande, y la espiral de escalada no se ha detenido desde el día uno.
Actualmente Ucrania se encuentra en una situación muy complicada pese tener el frente controlado, cediendo derrotas menores aquí y acá, pero sin sufrir una debacle mortal, permitiéndose incluso atacar y controlar suelo ruso en la región de Kursk. Pero, la continuidad y sobre todo la magnitud de la ayuda de sus aliados se encuentra en un limbo ante la verdadera posibilidad que Donald Trump sea el 47 presidente de los Estados Unidos en noviembre de 2024. Con la visita de Zelenski (presidente de Ucrania) a Washington en septiembre de 2024 quedó muy claro que ni es del agrado de Trump, y que este último tiene intenciones de terminar la guerra lo antes posible, que en otras palabras significa obligar a Ucrania a negociar con Rusia.
Rusia tiene el tiempo a su favor, los aliados titubean, Ucrania no tiene un futuro sólido por delante y ellos ya han hecho un sacrificio enorme, estando más fuertes que nunca. Todo esto puede constituir incentivos más que llamativos para prolongar la guerra y conseguir el máximo beneficio posible en una batalla de desgaste industrial y humano que están más capacitados para ganar. El error de Trump es creer que, aunque se obligue a Ucrania a ceder, eso signifique que Rusia va a querer negociar.
Aun así, el lenguaje diplomático ha cambiado últimamente, aunque la guerra es más intensa que nunca Rusia y Ucrania han mencionado públicamente sus intenciones de abrir conversaciones diplomáticas para darle una salida al conflicto que les está pasando una factura enorme a ambos. Por ejemplo, Ucrania solo en su sector energético ha perdido 50,000 millones de dólares y sus importaciones de energía se han duplicado en el último semestre. Rusia por su parte en 2025 quiere destinar el 32,5% de su presupuesto a la guerra, desatendiendo todas las demás áreas de la economía.
Esto abre una ventana que se cree sea la última oportunidad de la guerra para finalizarla en su tercer año. De no alcanzarse un acuerdo, ambos bandos tendrían que prepararse para movilizar los recursos para otro año más en un 2025 – 2026 que promete, por mucho, ser el peor de la guerra.
La guerra en general se encuentra en un estado de inconsistencia, hay muchas dudas sobre la trayectoria de esta incluso en el corto plazo. Cualquiera que sea el resultado, este es un choque que Occidente no puede permitir que Rusia gane contundentemente, marcaría una derrota al bloque y dejaría la lección de que si estás dispuesto a todo, la guerra es un medio legítimo y factible de conseguir tus objetivos.
Analista de temas internacionales.