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El corazón, la víctima silenciosa del covid-19

La pandemia de COVID-19 ha dejado un legado alarmante en la salud cardiovascular, con un aumento de infartos y complicaciones cardíacas incluso en personas sin antecedentes previos.

Por Marcela Fonseca | Oct 06, 2024- 06:09

El covid-19 aún sigue presente y es necesario mantener las medidas de prevención. Foto: Archivo

La pandemia de COVID-19, más allá de sus devastadoras consecuencias respiratorias inmediatas, ha dejado una huella profunda y duradera en la salud cardiovascular.

Según el doctor Juan José Flores Molina, presidente de la Asociación Salvadoreña de Cardiología, el virus desencadenó una serie de complicaciones cardíacas que afectan tanto a pacientes con factores de riesgo previos como a individuos que hasta entonces no habían presentado problemas de salud significativos.

El COVID-19, explica Flores Molina, produjo una respuesta inflamatoria significativa en el organismo. "El proceso inflamatorio del virus no solo afecta a los pulmones, sino también a la circulación del corazón, lo que incrementa el riesgo de infarto agudo de miocardio", señaló.

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Este fenómeno se observa debido a que el virus impacta directamente sobre la placa de ateroma —una acumulación de colesterol en las arterias— que, al inflamarse, aumenta la probabilidad de que se desprenda y cause una obstrucción en los vasos sanguíneos, generando infartos y trombosis.

Estudios realizados por instituciones científicas en Europa y América del Norte confirmaron esa fisiopatología, mostrando cómo el COVID-19 eleva la incidencia de enfermedades cardíacas, incluso en personas jóvenes y sin comorbilidades previas.

El impacto del virus sobre el corazón no se limita únicamente a infartos. Según el doctor Flores, también se ha visto un aumento en la aparición de arritmias y miocarditis —inflamación del músculo cardíaco—, así como en los procesos procoagulantes, que incrementan la formación de coágulos, tanto en el corazón como en los pulmones.

Este hallazgo es respaldado por un estudio reciente publicado en Nature Cardiovascular Research, que concluyó que los pacientes que contrajeron COVID-19 tienen un riesgo elevado de presentar complicaciones cardiovasculares isquémicas, como infartos y accidentes cerebrovasculares, hasta un año después de haber superado la infección.

Esta complicación, conocida como tormenta de citocinas, es el resultado de una respuesta inflamatoria extrema provocada por el virus.

Doctor Juan José Flores Molina, presidente de la Asociación Salvadoreña de Cardiología. Foto EDH/Marcela Fonseca.

La American Heart Association también ha resaltado el preocupante aumento en el número de muertes relacionadas con enfermedades cardiovasculares (ECV) durante la pandemia.

En Estados Unidos, por ejemplo, el número de muertes por ECV ascendió de 874,613 en 2019 a 928,741 en 2020, el mayor aumento anual registrado desde 2015.

Este incremento ha sido atribuido tanto al impacto directo del virus como a la reticencia de muchas personas a buscar atención médica durante los primeros meses de la pandemia, lo que derivó en que los pacientes presentaran enfermedades cardíacas en fases más avanzadas y con menor posibilidad de un tratamiento efectivo.

Uno de los aspectos alarmantes de la explicación del doctor Flores es que, a pesar de que al inicio se pensaba que el COVID-19 afectaba mayormente a personas mayores o con enfermedades crónicas, se ha demostrado que el virus puede perjudicar a cualquier tipo de población.

Las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) han mostrado un aumento global en las enfermedades cardiovasculares, lo que en parte se debe a un mejor diagnóstico y a una detección más temprana, pero también está relacionado con el estilo de vida moderno, que se caracteriza por un aumento del estrés, mala alimentación y sedentarismo.

El especialista enfatiza que las cinco principales secuelas cardiovasculares del COVID-19 son: infarto agudo de miocardio, derrame cerebral, complicaciones de la hipertensión arterial, arritmias e insuficiencia cardíaca. Estos problemas, según el especialista, no sólo son frecuentes en los servicios de emergencia, sino también en las consultas ambulatorias, donde los pacientes buscan tratamiento a largo plazo para gestionar sus condiciones crónicas.

Ante este panorama, el enfoque actual de la salud cardiovascular no debe centrarse exclusivamente en el tratamiento de las enfermedades, sino en la prevención. Flores Molina recalca que la clave está en adoptar hábitos de vida saludables, que incluyan una alimentación balanceada y la práctica regular de ejercicio físico. "Con 15 a 30 minutos de actividad física, cinco veces por semana, se puede mejorar significativamente la salud cardiovascular", asegura.

También es crucial vigilar los síntomas tempranos de problemas cardíacos y acudir al médico oportunamente para realizar chequeos preventivos.

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A nivel de diagnóstico, afirma el experto, El Salvador cuenta con las tecnologías necesarias para detectar enfermedades cardiovasculares de manera no invasiva.

Entre las técnicas más avanzadas se encuentran el ecocardiograma, el TAC cardíaco y la resonancia magnética, que proporcionan imágenes detalladas del corazón y sus vasos sanguíneos.

En casos más complejos, se puede recurrir a la angiografía coronaria o el cateterismo cardíaco, procedimientos que permiten una visualización directa de las arterias del corazón.

En cuanto al tratamiento, Flores Molina subraya que el control de las enfermedades crónicas como la hipertensión, el colesterol elevado y la diabetes es fundamental para prevenir complicaciones graves.

El uso de medicamentos puede ser indispensable a largo plazo, no solo para mantener controlados estos factores de riesgo, sino también para proteger órganos vitales como el corazón y los riñones.

Afecciones cardiovasculares en mujeres

Otro aspecto importante que destaca el médico es la salud cardiovascular de las mujeres.

Aunque tradicionalmente las enfermedades cardíacas afectan más a los hombres, la incidencia en mujeres aumenta después de la menopausia, cuando los niveles de hormonas protectoras disminuyen.

Además, las mujeres presentan una tasa de mortalidad más alta por infarto en comparación con los hombres, lo que subraya la necesidad de un control cardiovascular específico y constante, especialmente después de la menopausia.

"Para prevenir, si bien es cierto, el cuidado de la salud cardiovascular tiene que ser en toda la vida, la mujer, cuando va entrando a la menopausia su control debe ser más específico, y se recomienda que se hagan una evaluación cardiovascular integral al menos una vez al año", alerta el profesional de la salud.

Salud cardiovascular en niños

Finalmente, también se debe estar atentos a la salud cardiovascular de los niños, muchos de los cuales pueden nacer con problemas cardíacos congénitos. "Detectar estos problemas a tiempo es crucial para garantizar que los niños puedan desarrollarse adecuadamente y llevar una vida saludable", acota el experto.

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