En la actualidad el país ocupa los últimos lugares en materia de salud en el concierto mundial de naciones lo que naturalmente no constituye ningún orgullo; sin embargo, esta debilidad podría convertirse en fortaleza si se utiliza como acicate para emprender una cruzada para mejorar el estado de cosas. En realidad, no es nada nuevo y aunque parezca ficción, el “diagnóstico” lo hizo hace más de medio siglo un catedrático de la Facultad de Medicina de la única Universidad que existía en aquel entonces, cuando dijo: “Los problemas de salud de los salvadoreños son problemas de hambre, pobreza, abandono, suciedad, malos hábitos y escaso saneamiento ambiental”.
Como natural consecuencia de lo anterior, la mayor parte de los recursos en Salud se consumen en atender enfermos, que son los menos, lo que está bien, pero sería mucho más sensato invertir el doble o el triple en proteger a la gente que puede enfermar lo que sin duda beneficia a los más, produce menos sufrimiento, es más barato y no se necesitan tantas camas hospitalarias.
Así las cosas, se desconoce que haya un derrotero, un rumbo definido, con objetivos, políticas y estrategias para salvaguardar la salud de los salvadoreños en los próximos 25 años. Aparte de lo que se viene haciendo de anteriores administraciones, tampoco hay noticias sobre acciones nuevas con criterio programático a realizar en el corto, mediano y largo plazo. Da la impresión que importa más contar con una red hospitalaria cada vez más grande para esperar que la gente se enferme, aun cuando esta solución es la más compleja, costosa, tardada y constituya un barril sin fondo. El sentido común apunta a ser más previsores y eficientes dadas nuestras limitaciones y sobre todo anticiparse a las contingencias futuras.
Desafortunadamente en los últimos tiempos a los factores restrictivos tradicionales se han venido a sumar otros nuevos como las crecientes tasas de suicidios, embarazos en adolescentes, conductores temerarios, hipertensión arterial, diabetes y afecciones de la salud mental. Peor que una epidemia la imparable lista de fallecidos, lesionados y lisiados producto de accidentes viales, las repercusiones en la salud debidas a los cambios climáticos y la vulnerabilidad a las virosis transmitidas por los zancudos. Se agregan la falta de equidad (Accesibilidad geográfica, económica, social, etc.), servicios medico hospitalarios cada dia más costosos, los nuevos desafíos ambientales y la escasez creciente de especialidades médicas. Como puede observarse, por su peso cae la necesidad de hacer algo para reducir la deuda sanitaria por un lado y resguardar la salud de los salvadoreños ante los nuevos riesgos, por el otro.
En ese sentido se justifica formular y poner en marcha un Plan Nacional de Salud con pensamiento estratégico, es decir proporcione cobertura para los próximos 25 años. Un Plan que enfile las baterías hacia las prioridades que afligen a la ciudadanía, factores contribuyentes y alcances. Verifique la morbi mortalidad del último quinquenio de cada grupo etáreo y busque una explicación a sus causas, modernice el modelo asistencial, proponga soluciones e instituya objetivos, políticas y grandes líneas de acción. Que concrete qué pretende cambiar, con qué metodología, con qué recursos e introduzca metas a realizar en el plazo inmediato, mediano y largo. Puntualice una metodología de implementación por etapas con el correspondiente control y monitoreo.
Algunos aspectos a tomar en cuenta en el Plan Nacional de Salud:
(1)Centrar los esfuerzos en la prevención y promoción de la salud y en la ampliación y fortalecimiento de la atención primaria;
(2)Proponer soluciones con los pies sobre la tierra, preocuparse más por alcanzar al menos los niveles de Costa Rica y Panamá, los más avanzados en la región;
(3)Incidir sobre las causas, especialmente los estilos de vida poco saludables y la agresividad ambiental;
(4)Adecuar los zonas de influencia, cobertura y accesibilidad de los centros de atención de la red pública con el nuevo reordenamiento territorial.
(5)Incidir en las fuentes formadoras de recursos humanos en salud, no solo médicos y enfermeras, también en personal de técnicos y de apoyo, con el propósito de producir los profesionales que el país necesita;
(6)Incorporar los conceptos de la Economía para la Salud para hacer el mejor uso de los recursos en los programas, subprogramas y demás acciones;
(7)Impulsar y fortalecer la participación intersectorial (ANDA, Educación, Vivienda, Agricultura, Obras Públicas, gobiernos locales, etc.) porque a mejor calidad de vida, menos enfermedades y
(8)Dilucidar qué hacer con la tarea pendiente de la Reforma del Sector Salud.
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