Águila se juga mucho esta semana. Y puede dar el salto de calidad que el fútbol salvadoreño espera hace un tiempo: las semifinales de la Copa Centroamericana están a una remontada de un gol. Enfrente está un gran equipo, es cierto, el Estelí nicaragüense, casi un emblema del crecimiento del fútbol nica en los últimos años y con un mayor valor de mercado que el plantel aguilucho (3,30 millones de dólares contra 2,90 de los migueleños). Pero eso no es impedimento para el mejor equipo actual del país: ya lo demostró ante el Olimpia hondureño y el Independiente de Panamá, que se puede creer en cosas importantes. A no olvidar que los dirigidos por Messina fueron el segundo mejor equipo de todo el torneo internacional en la fase de grupos.
Tanto o más importante será el apoyo de la gente. No vale ahora lamentar esa increíble actualidad que no le permite al Águila ser local en el Barraza, lo indigno que San Miguel no tenga un escenario para juegos nocturnos. Pero la gente de Águila debería hacer sentirse en el Cuscatlán. El público y la presión son uno de los elementos clave en estos duelos de eliminación directa. Es por eso que allegados y hasta jugadores se han dado a la tarea en los últimos días de incentivar a la gente a llegar al Coloso de Monserrat.
Sin Santos Ortíz -uno de los jugadores más en forma del torneo actual y expulsado sobre el final en Estelí-, y con Benji Villalobos -pasando uno de sus mejores momentos- en duda hasta último momento, Águila tiene equipo e individualidades para ilusionarse con dar vuelta el 1-2 de la ida y buscar ser el equipo salvadoreño insignia en el continente. Por su historia y también para darle un impulso necesario al fútbol salvadoreño tan carente de alegrías en estos últimos tiempos, dar el salto aparece casi como una necesidad. Y ese salto de calidad está a un pasito; ojalá lo dé el miércoles.