Hablando de trenes…

Leí este miércoles en El Diario de Hoy que una empresa argentina es la encargada de planificar el primer tramo de "Tren del Pacífico". Pues sí, muy bien, que lo planifiquen y construyan pronto, será un alivio para el transporte por tierra, que cada día se complica más.  

Entendí que ya están los préstamos de diferentes organizaciones internacionales a la disposición para pasar del buen deseo a la realidad y que el tren resuelva parte del problema de transporte de mercancías y personas desde Acajutla hasta San Salvador, y después, hasta la unión, como tal como era antes. 

Recordé mis viajes en tren en los sesenta desde San Vicente a San Salvador. Estudiábamos la semana en San Salvador, el viernes por la tarde íbamos a ayudar en el taller y tienda de nuestros padres y como trabajábamos los domingos, el tren fue nuestra alternativa. Lo abordábamos a las seis de la tarde y llegaba a San Salvador, entre las ocho y las ocho y media. Recuerdo los bancos de madera, el vaivén continuo del vagón y el "traca traca" de las ruedas sobre los rieles. 

En mi primer viaje en tren en Alemania, en junio de 1964, para ir de una ciudad a otra, a 600 kms. tuve que hacer dos transbordos de unos diez minutos para cambiar de anden y de tren, y como aun no dominaba el alemán, la instrucción que me dieron fue, guíate por la hora que indica en el plan de viaje, porque los trenes son puntuales al minuto exacto. "Cuando sea la hora y el tren para bájate, te vas al otro anden y en el tren que llegue a la hora indicada, te subes porque ese es". Y lo mismo en el siguiente transbordo hasta llegar a Saarbrücken. ¡Primera gran lección de la puntualidad alemana!

Con el tiempo fui conociendo los diferentes tipos de trenes, desde los que paran en todas las estaciones, que los utilicé tres años, para ir del pueblo donde vivía al trabajo, que en alemán se llama "Personenzug" porque paran en todas las estaciones. Los "Eilzug", paran en las ciudades medianas y grandes, y los "Intercyty", que en esos años eran los más rápidos y solo paraban en las ciudades grandes. 

En mi primer viaje a Japón en 1986, conocí el tren de alta velocidad, Shinkansen, de Tokio a Iroshima, que entonces aceleraban hasta 300 km/h. Hoy, en Japón y en China, hay trenes que aceleran hasta 600 Km/h. 

La evolución del "AVE" Alta Velocidad Española, inaugurada para la exposición mundial en Sevilla, ha crecido exponencialmente, porque en Europa y España se quiere reducir en todo lo posible la polución ambiental de los cientos de miles de vehículos que circulan por las autopistas, por medio de los trenes de alta velocidad. Y por lo que leí esta semana para preparar este artículo, España es el país que tiene la mayor red ferroviaria de alta velocidad de Europa, hoy operada por diferentes consorcios publico privados o por empresas privadas. 

Con el primer proyecto de implantación del sistema de gestión de calidad en RENFE, en el que trabajé de 1987 a 1991, fuimos a Japón y a EEUU, a conocer cómo operan las compañías de trenes privados.

Para el Tren del Pacífico salvadoreño, creo que ya está todo inventado, tanto en infraestructura, material ferroviario y mantenimiento básico, como en la tecnología y los modelos de organización y operación rentable. Mi gran expectativa y creo que la de muchos salvadoreños es que pronto tengamos un tren moderno. Y tal como cantaba Mercedes Sosa y con todos mis respetos: ¡Solo le pido a Dios, que no se quede como el Muelle de La Unión y el Sistramss! 

Por cierto: ¿Qué, quién y cuándo decidirá sobre el Sistramss? 

Ingeniero / pedroroque.net

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