Lo que hacemos, o cómo nos comportamos en la realidad, que se puede observar y evaluar, lo entendemos como “conductas observables”. Y las conductas observables provienen de las actitudes mentales, y éstas, de la aplicación de los valores, que son las formas en lo moral y ético, que aplicamos a las creencias que aprendimos, en la casa, la escuela o la empresa y nos aferramos a ellas, porque las consideramos convenientes para nosotros y nuestro entorno, y además, las enseñamos a nuestros hijos y tratamos de ser buenos ejemplos.
La cultura de una persona, un grupo de personas, el personal de una empresa o los ciudadanos de un país, es la suma de las conductas espontáneas, que se observan en la persona, una familia, los empleados de una empresa o los ciudadanos de un país.
Creencias-Valores-Actitudes-Conductas. Así es que funcionamos. De forma que si se quieren cambiar las conductas, primero hay que “reorientar” las creencias, revisar los valores, de los que emanan las actitudes y definir las conductas observables.
Si va a una empresa, mire los cuadros donde describen la misión, la visión y los valores. La visión es donde quieren llegar o como quieren ser en el futuro, la misión es lo que hacen para conseguirlo, y los valores, son los aspectos diferenciales morales y éticos que priorizarán al actuar. Así debiera de ser.
Pero este compendio de declaraciones, se queda en buenas intenciones, si no está basado y parte de las creencias básicas de la dirección y el equipo gerencial. Lo mismo es para los cabeza de familia en un hogar y para los gobernantes y el gobierno de un país.
Los cambios culturales se basan en sustituir en la mente y en las conductas, los malos hábitos adquiridos por nuevos y buenos que se deben adquirir. Por ejemplo, el hábito de tirar cualquier cosa en cualquier lugar, por el hábito de respetar el medio ambiente y colocarlas en los lugares adecuados, o bien, el hábito de la impuntualidad, por el hábito de la puntualidad, o el hábito de manejar en modo sálvense quien pueda, por el hábito de respeto a las señales de tráfico y a las otras personas que manejan por la misma calle, o el hábito de ver lo malo en otras personas enfatizando, “es que tú y criticando” y exclusivamente lo bueno en uno.
Y, en términos generales, respetar las leyes, el ordenamiento del tráfico, el manejo de la basura, el respeto al medio ambiente, la conservación de los recursos naturales, el manejo del tiempo, el aprecio por la educación, el conocimiento de los procesos, priorizar la calidad, el respeto al derecho ajeno y más actitudes y conductas adecuadas tanto en las pequeñas como en las grandes cosas.
Hay muchos ejemplos de empresas que cambiaron su rumbo hacia mejores resultados y más utilidades, cambiando su cultura empresarial, implantando sistemas que requieren conductas específicas y disciplinadas, en las que mejoran las empresas en su posición estratégica en su entorno industrial, los empresarios tienen éxito, los empleados satisfacción y seguridad y para el caso de proveedores a grandes distribuidores incluso sus clientes con una mejor calidad.
Y también hay ejemplos de países que han reorientado sus creencias, valores actitudes y conductas, tanto en lo político como en lo industrial. España es un buen ejemplo desde su entrada en el Mercado Común Europeo y ahora como miembro de la Unión Europea, lo mismo que los países que antes llamábamos del Este que se convirtieron en democracias.
¿Se puede cambiar este país en uno más humano, más productivo, más moderno y más preventivo? ¡Claro que sí! La premisa es que cada uno hagamos nuestra parte en lo que realizamos todos los días y seamos un buen ejemplo para nuestro entorno.
Ingeniero / pedroroue.net
Todo es más fácil y más sencillo con sentido común.