El fenómeno de La Niña (caracterizado por una mayor profusión de lluvias) ha retrasado su llegada y, según las últimas previsiones, arribará a finales de octubre o noviembre. También se ha adelantado que será leve.
¿Qué significa esto para la frágil agricultura de El Salvador? Según Luis Treminio, presidente de la gremial CAMPO, esto tendrá impacto, sobre todo, en las cosechas de frijol, que son sumamente delicadas frente al exceso de humedad.
"Cuando hay demasiada lluvia la planta se puede llenar de hongos y afecta al cultivo", comenta Treminio.
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Esto es especialmente preocupante en esa fase del año, pues está sembrado el 75% de todo el frijol. Sin embargo, que se haya retrasado hasta entonces es un alivio, pues hubiera sido peor que se cumplieran las primeras previsiones de que se iba a extender por agosto, septiembre y octubre.
Pero cualquier afectación que se presente a esta cosecha tendrá un impacto inmediato en los precios de este grano, pues habrá disponible mucho menos del sembrado localmente que este año. Según Treminio, hoy se ha sembrado menos que en el ciclo 2023/2024.
Son 107,500 manzanas que producirán, si el clima no causa ningún estrago en el camino, con una cosecha de 1.6 millones de quintales, es decir 400,000 menos que el ciclo anterior, equivalente a un 20% menos. Harán falta unos 700,000 quintales para cubrir la demanda local, por lo que será necesario importar más de los países vecinos, sobre todo de Nicaragua.
Según Treminio, el año pasado fue malo y muchos decidieron no arriesgarse en este. La semilla que se siembra se obtiene de la cosecha anterior y al haber cultivado menos, se obtuvo una cantidad menor de esta. "Es un círculo vicioso, cada año se va a ir sembrando menos", comenta el dirigente.
Que el frijol es especialmente frágil frente al exceso de lluvia entre octubre y noviembre lo demuestra lo ocurrido en los años precedentes. En 2022, la tormenta Julia, por ejemplo, acabó con 800,000 quintales del grano.
En 2023, el frijol fue el grano más afectado por la tormenta tropical Pilar, que desató su furia en noviembre. Sin embargo, a diferencia del maíz, no hay una zona del país que sea especialmente vulnerable.
Según los datos recogidos por CAMPO, los 14 departamentos del país perdieron, en promedio, el 11 % de los cultivos de frijol, algo que sucedió en occidente y en las zonas centrales. En total, el daño a las cosechas fue de 240,870 quintales de 2.15 millones producidos.
El más afectado será el café
Juan Bolaños es un caficultor de Santa Ana. Según explica, el exceso de lluvia es perjudicial para el café. Pero lo es especialmente a finales de octubre y noviembre, como prevé que ocurrirá con la llegada del fenómeno de La Niña. Esto es porque, justo en esa época, comienza el período de corta en los cultivos que están a 1,000 metros de altura o menos.
No todos los granos maduran al mismo tiempo, por eso se cortan primero los rojos y se deja que los amarillos y verdes lleguen a su término natural. Cuando llueve mucho es obligatorio cortarlo todo, pues aunque todavía no esté listo acumula líquido y se daña.
"Así, hay una doble afectación, pues el café que se obtiene, al cortarse aunque no esté listo, es de baja calidad. Y también se puede perder otra parte por la misma humedad. Se da una mala cosecha y una cosecha de mala calidad", comenta Bolaños.
El productor todavía recuerda lo que ocurrió en 2012, con la tormenta 12-E, cuando él y la mayoría de sus colegas perdieron entre un 40 y 50 % del valor de su cosecha. Todavía hoy, 12 años después, siguen arrastrando su peso.
Bolaños explica que esta situación no la sufrirá el café que está sembrado en estricta altura (más de 1,200 metros), porque este se cultiva hasta enero. El detalles es que la mayoría del café en El Salvador es de media, es decir, que está entre los 800 y los 1,200.
Las previsiones para los caficultores, por tanto, no son prometedoras para un sector para el que buena parte de las promesas de la gestión de Bukele respecto al café estaban amarradas a un fideicomiso de $640 millones aprobado en mayo de 2021 por la Asamblea Legislativa. Más de tres años después, todavía no ha sido financiado.
"En la programación que el MAG presentó ante la Asamblea, en la distribución de los fondos estaba que $200 millones iban a servir para sanear la cartera de préstamos de los cafetaleros, más que todo para aquellos que siguen haciendo el esfuerzo en las fincas, sosteniéndolas. El resto iba a ser para inyectárselo a la reactivación del café, impulsando créditos blandos. Nada de eso pasó", comenta el exdiputado Mauricio Linares.
En efecto, el Fideicomiso para el Rescate del Café (Firecafé), aprobado en 2021, promovía una reestructuración de deuda a 25 años y tasas de interés bajas. Esa era una solución más permanente que la que realmente adoptó el oficialismo, cuya Asamblea aprobó a inicios de enero de 2022 la suspensión de embargos por deudas contraídas por los productores con el Fondo de Emergencia para el Café (FEC) y con el Fideicomiso Ambiental para la Conservación del Bosque Cafetalero (FICAFE).
Esto tendrá vigencia hasta el 31 de diciembre de 2024, por lo que, a partir del siguiente día, la deuda volverá a ser una preocupación para los cafetaleros con deudas.
Por otro lado, el Servicio de Agricultura Exterior del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), critica que los diferentes gobiernos de El Salvador han centrado sus esfuerzos en la entrega de plantas a productores que, al no contar con recursos, no pueden llevarlas a buen término.