La música hace volar nuestro espíritu y nuestros sentidos en su dimensión maravillosa. Es invisible, fugaz y transparente como las mariposas cristal, pero inspira nuestro ser hacia las alturas. De hecho, el filósofo de la antigüedad Pitágoras descubrió la “Música de las Estrellas” y los astrofísicos modernos, por su parte, la armonía que emiten estrellas y galaxias. Como la voz, el aire, la electricidad, el perfume, el sentimiento y el recuerdo, la magia musical es etérea e invisible a los ojos. Forma parte de ese mundo inmaterial e intangible de los sentimientos y espectros de luz que envuelven nuestras vidas. Como todo arte su fin primordial es el placer estético y la conmoción del alma. Cuando la pieza musical reúne esas características se vuelve eterna en su misma fugacidad. Por ello -desde el albor de las civilizaciones- se creó la escritura musical para registrar y detener su belleza y milagro en las inmortales partituras de compositores, juglares y genios de la historia. Las mariposas Satyrini pueden oír con sus alas. Ello es gracias a unas venas hinchadas en sus alas anteriores. Tales estructuras son audífonos naturales que conectan con su oído. Utilizando la técnica “vibrometría láser” -que escanea sus alas con luz láser- se puede monitorear su respuesta a los sonidos.
Mariposas que oyen con sus alas
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