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El método científico, necesidad para hoy

En la época actual de populismos y posverdad la enseñanza del método científico se convierte en un elemento indispensable para formar ciudadanos que, aunque no vayan a dedicarse al quehacer científico, sean capaces de ser críticos y analíticos para diferenciar lo objetivo de lo ilusorio, las narrativas de la realidad. Esto los convertiría en personas no manipulables e independientes, en mejores ciudadanos que contribuyan a la preservación del bien común y las libertades.

Por Mario Vega

Desde Pitágoras, hace más de 2,600 años, se sabe que la Tierra es redonda. A lo largo de todos estos siglos una vasta cantidad de pruebas científicas se han acumulado que demuestran que nuestro planeta no es plano. No obstante, existen en la actualidad una cantidad considerable de personas, llamadas terraplanistas, que, increíblemente, continúan no solo pensando sino también argumentando que la Tierra es plana. Todas las evidencias, cálculos matemáticos, fotografías y observaciones desde el espacio son para ellos una gran conspiración que, con propósito desconocido, pretende hacer creer a los humanos que la Tierra es redonda.

Uno de los más entusiastas terraplanistas es Bob Knodel, quien recientemente ganó más notoriedad a causa de un experimento que hizo público, según su convicción, para demostrar que la tierra era plana. La prueba consistió en proyectar un rayo de luz láser a lo largo de 8 kilómetros para demostrar que la luz viajaría en línea recta si la Tierra no tuviera curvatura. Para cualquier persona con educación media el resultado de la prueba sería obvia, pero para Knodel y sus acólitos sería la demostración contundente de que la tierra era plana. Claro, cuando el equipo observó los resultados, los datos no dejaron lugar a dudas y la decepción fue inmediata. El rayo láser demostró lo que la humanidad lleva afirmando hace siglos: la Tierra es redonda.

Lo interesante fue la reacción de los terraplanistas: muy pocos reconocieron haber estado equivocados. La mayoría han comenzado a alegar errores técnicos y otros aseguran que hubo factores externos, que ninguno ha sabido precisar, que habrían alterado el resultado del experimento. El mismo Knodel no se ha detenido y continúa difundiendo contenido en defensa de su idea. Sus seguidores continúan apoyándolo, convencidos de que, algún día y de alguna manera, encontrarán algún elemento que les de la razón. 

No es que estas personas sean poco inteligentes, sino que son víctimas de un sesgo de interpretación. Se le llama sesgo de interpretación a la incapacidad que las personas pueden mostrar para hacer un análisis apropiado de la información disponible. Esta incapacidad les hace proclives a creer cualquier cosa y a ser manipulados para fines ajenos. En la actualidad, el sesgo de interpretación es hábilmente usado para la propaganda política y la manipulación de las decisiones de los electores. Esta ilusión cognitiva conduce a las personas a adoptar extremismos ideológicos y a abrazar mentiras, mitos y pseudociencias.

Un estudio realizado por la Universidad de Deusto, muestra que una modesta intervención educativa sobre metodología científica puede reducir el sesgo de interpretación de manera eficaz y a largo plazo. El estudio se realizó en más de 40 centros de secundaria a más de 2000 adolescentes que recibieron un taller de método científico, seguido de pruebas de evaluación. Los resultados mostraron que el 78% de los alumnos que recibieron la formación en el método científico mostraron una clara reducción del sesgo de interpretación. Esa reducción se mantuvo en el tiempo, ya que pasados seis meses un 66% de los alumnos seguían mostrando menos vulnerabilidad a las pseudociencias y a las manipulaciones. La enseñanza del método científico a adolescentes los capacita para discernir la verdad tras las apariencias y tras los manejos engañosos. 

En la época actual de populismos y posverdad la enseñanza del método científico se convierte en un elemento indispensable para formar ciudadanos que, aunque no vayan a dedicarse al quehacer científico, sean capaces de ser críticos y analíticos para diferenciar lo objetivo de lo ilusorio, las narrativas de la realidad. Esto los convertiría en personas no manipulables e independientes, en mejores ciudadanos que contribuyan a la preservación del bien común y las libertades.

Viendo el futuro con esperanza, cuando el actual estado de degradación del sistema educativo sea superado y vengan tiempos mejores para la educación pública, será clave incorporar la enseñanza del método científico de manera transversal en todos los programas para evitar que nuevos oportunistas vuelvan a manipular la conciencia colectiva para sus intereses egoístas. Ante la popularización de las redes sociales y de los mercenarios de la desinformación, hay que volver a las aulas. De esa manera, se evitará que el bien común resulte comprometido y las nuevas generaciones queden hipotecadas de por vida.

Pastor General de la Misión Cristiana Elim.

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