Los Juegos Paralímpicos no tienen los mismos reflectores que los Olímpicos. Ni por asomo. Sus luces son evidentemente más tenues, tanto en El Salvador como en todo el mundo. Sin embargo, la tenacidad, sacrificio y voluntad de los atletas paralímpicos son de una magnitud extraordinaria, rozando lo increíble.
Las historias de superación superan, valga la redundancia, la imaginación. Por eso vale el aplauso para aquellos atletas que encuentran en el deporte, literalmente, una nueva vida.
Aceituno: "los 196 kilos que levanté es mi mejor marca, pero no alcanzó para presea"
“Sentí que estaba en el lugar correcto en el momento correcto. Comencé a tener la sensación de libertad y control que me habían arrebatado", contó a The Players Tribune la ucraniana Oksana Masters, quien nació con malformaciones físicas producidas por la radiación de Chernobyl y le amputaron las dos piernas.
Hoy compite para EE.UU. y lleva 19 medallas paralímpicas, entre Juegos de verano e invierno. “Pero no me metí en los deportes para ganar, exactamente. Me metí por lo que tienen. Me ayudó a comprenderme a mí misma. El deporte me hizo ver cómo el cuerpo, mi cuerpo, tiene un poder que nunca debe subestimarse”.
El Salvador llegó a París 2024 con tres paratletas. Y su actuación, más allá de que no hubo podios, fue al más alto nivel: se consiguió un cuarto puesto con Herbert Aceituno en el parapowerlifting -59kg, donde un kilogramo lo privó de su segunda medalla paralímpica (la primera conseguida en Tokio 2020).
Y se logró un quinto lugar con Rebeca Duarte en boccia, en su notable debut en esta competencia. Mario Sayes, el tercer representante, estuvo entre los candidatos a miembros del Consejo de Atletas del Comité Paralímpico Internacional.
La candidatura de Sayes, quien nació con parálisis cerebral espástica y es egresado de la carrera de Ingeniería en Sistemas y Computación, fue con estas palabras: “El deporte ha sido mi refugio, mi maestro y mi mayor fuente de empoderamiento”
Como candidato, se comprometió “a mejorar los sistemas de apoyo para los atletas en cada etapa de su viaje. Desde programas de desarrollo básico hasta competiciones de élite, cada atleta merece acceso a los recursos, la orientación y el estímulo que necesita para prosperar. Trabajaré incansablemente para abogar por mayores fondos, oportunidades de tutoría y políticas centradas en los atletas que prioricen el bienestar y el éxito de nuestra comunidad”. Con semejante postulación, ya tiene su medalla.