Por -¿Cree en Dios?
- Dios es energía y si nosotros somos una extensión de su propia energía, seremos lo que Él quiere que seamos. Pero, desde que me casé no he vuelto a ir a misa.
- ¿Cómo evalúa el quehacer de sus estudiantes?
- El fuego, la poesía puede estar ahí. Tú puedes acercarte a ella o al fuego y jugar con él. Si eres artista verdadero no te quema; si no lo eres, te quema. Así de simple.
- ¿Cómo se define usted?
- “Cada día afirmo más mi idea de que, cuando un determinado hombre se torna un furioso defensor de sí mismo, llega con gran facilidad al sentido humano de la vida”.
- ¿Se siente feliz con el fin del conflicto armado?
- Mira, el país que necesitamos debe ser capaz de asumir que las pérdidas humanas de uno y otro bando son parte de una misma tragedia.
- ¿Qué hacer para evitar la tragedia de la negación cultural que sufre nuestra pintura?
- La pintura en El Salvador -país hermoso, pero trágico por excelencia- sólo fue es y será el dulce sueño del pintor y nunca realidad en nuestro medio…porque el arte no es sujeto económico y menos aún sujeto de patrimonio cultural.
Las dos primeras preguntas se las hice cuando él era director del Centro Nacional de Arte, CENAR. La tercera, el escritor Miguel Huezo Mixco la retomó de una carta escrita por él a principios de 1951, dirigida a su profesor de la Escuela Nacional de Artes Gráficas, el pintor Luis Alfredo Cáceres. La cuarta se la planteó Tania Primavera, de un periódico digital. La siguiente se la formuló él mismo en su libro Cartas a Cristina, su hija.
Estamos hablando de Gonzalo Rodríguez Cañas, Carlos Augusto Cañas, Carlos Gonzalo Cañas o Carlos Cañas, a secas, quien este 3 de septiembre estaría cumpliendo 100 años de haber nacido.
El pintor Roberto Galicia, en el libro “Retrato a voces” publicado recientemente por Índole Editores, afirma que cuando Cañas regresó de España (1958), con Paúl Cezanne, Georges Braque y Vasily Vasilievich Kandisky bajo el brazo, ejerció una influencia fundamental no sólo en la pintura salvadoreña sino también en su actitud ante el mundo. Sin embargo, afirma Miguel Huezo Mixco, cuando Cañas expuso ese mismo año en la Universidad de El Salvador, su trabajo fue rechazado y destruido, lo que le causó gran impacto y tristeza, aunque no dejó de pintar.
Por su manera de pintar le dijeron comunista, pero también derechista. Pero él sentía, vivía el tiempo, su tiempo. Con su obra plástica se convierte en un referente de su generación, es el genial Carlos Cañas, escribió la periodista Tania Primavera en septiembre de 2017, en el periódico digital Gato Encerrado.
Huezo Mixco, en un breve estudio sobre Cañas, escrito en 2002, al referirse a “Sumpul” una de sus pinturas más representativas, dice: creo también que su obra será, como Cañas mismo lo ha definido, el “grito que se reúne con otros gritos”, y que hablará de nosotros, de la fuga anónima, de persecución, de diáspora y de esperanza, como la de los nómadas de cualquier parte del mundo. Tales son, entre otras, las huellas abiertas por este artista al que, con toda propiedad, con respeto, con admiración, podemos mirar para sentir que algo de lo invisible y lo de siempre, eso que algunos llaman el misterio o lo eterno, se muestra ante nosotros de manera nueva y sorprendente.
La cúpula de la Sala Principal del Teatro Nacional de San Salvador fue pintada magistralmente por él, en donde desarrolla la temática del mestizaje colonial.
En 2012, un año antes de su fallecimiento (14 de abril de 2013), el maestro Carlos Cañas fue reconocido con el Premio Nacional de Cultura, antes había recibido Premio de Artes Gráficas en San Salvador (1947), Orden de las Artes y las Letras, Francia (1990), Orden Nacional José Matías Delgado, El Salvador (1992), Caballero de la Orden de Isabel la Católica, España (2001).
Desde junio de 2011, el Museo de la Palabra y la Imagen resguarda es su archivo dibujos realizados y firmados por Carlos Cañas realizados entre 1980 y 1981.