"Mentir constantemente no tiene como objetivo hacer que la gente crea una mentira, sino garantizar que nadie crea en nada. Un pueblo que ya no puede distinguir entre la verdad y la mentira no puede distinguir entre el bien y el mal. Y un pueblo así privado del poder de pensar y juzgar, está, sin saberlo ni quererlo, completamente sometido al imperio de la mentira. Con gente así puedes hacer lo que quieras...", dijo Hannah Arendt, filósofa alemana que desarrolló el concepto de "la banalidad del mal".
Pero "no se puede engañar a toda la gente todo el tiempo", como ha sucedido en Venezuela, donde son pocos los que siguen sosteniendo el engaño por las ventajas que derivan de ello, pero ya no a la casi mayoría de venezolanos que quieren recuperar su libertad, dejar atrás el esquema que a puras falsas promesas impuso Hugo Chávez y que ha hundido al país, pese a sus inmensas riquezas, en carestías de toda naturaleza y donde una hogaza de pan cuesta más que el salario mínimo mensual decretado.
En nuestro suelo hemos ido de distractores, cortinas de humo, las inverosímiles mentiras que son los mensajes televisivos del régimen pero que cada vez se creen menos por la gente, pues comienzan a sufrir en carne propia los resultados de desgobernar a base de ocurrencias. Las promesas del oficialismo sobre la reparación de 5,100 escuelas, construcción del Hospital Rosales, la conversión de la Universidad Nacional en la mejor de la región, el respeto a la Constitución, la llegada de gigantes de la aviación, inversiones internacionales y la ficción de que tenemos "el mejor sistema penal del mundo"… para mencionar algunas.
Uno de los terribles efectos de todo el montaje bukeliano es que un alto porcentaje de niños en nuestro son menos altos, menos fuertes y más vulnerables a enfermedades que los niños en Guatemala y Costa Rica, pues Honduras y Nicaragua también están muy mal a este respecto. Literalmente a esos niños se les está robando su alegría, su futuro, su capacidad para generar su propio sustento...
Por más que se quiera es imposible penetrar en la mente de torturadores
Ya informamos sobre la condena a más de trece años de cárcel al exjefe de los servicios secretos colombianos por torturar a los detenidos, además de involucrarse en el asesinato de un abogado que tenía un programa humorístico donde hacía críticas tanto al régimen imperante, a lo que se suma la persecución montada contra una abogada que denunció al torturador y que tuvo que refugiarse en España y luego en Chile después que amenazaran con secuestrar a su hija. Pese a salir de Colombia también en el extranjero siguió siendo hostigada hasta la captura del jefe policial.
Torturar detenidos que indistintamente de los delitos que hayan perpetrado están indefensos en las cárceles ni contribuye a la posibilidad de insertarlos alguna vez a la sociedad pero les deja traumas imborrables, como nos han narrado personas que fueron torturadas por las bandas que los secuestraron y que muchos años después de haber sido liberados despertaban a media noche dando gritos. Adentrar en las enfermas cabezas de torturadores es prácticamente imposible para una persona normal, que siempre se precia de contar con el respeto y la consideración de sus semejantes por ser tenido como una persona de bien, decente y sensata, cualidades que irradian a sus familiares directos, a sus hijos...