El amor viaja en carrusel sobre los mismos corceles de madera pintada de la felicidad. A veces tarda en llegar o llega tarde. Pero siempre vuelve con su música viajera de campanas, porque su viaje es circular como los sueños. Mas, cuando llega o se va, es en un solo instante. El mismo instante de la vida o -diríamos- la vida de un instante. Los viajes del Amor son largos y maravillosos. Pero cuando pasa ante nosotros -en una de las vueltas del carrusel- tan sólo se detiene un breve momento. Te dice que busca a quién amar, pero que su viaje no tiene regreso, porque tú y él irán a fundar la fábula de una tierra nueva. A veces –presas del temor y de la duda—no nos atrevemos a realizar tan riesgoso viaje y, tristemente, le dejamos ir. Como se nos va un sueño al despertar o al quedar varados en la azul estación del carrusel viajero. Y allá quedamos con la luz del amor perdida en la mirada, esperando que vuelvan los coloridos corceles de confeti. Mas, aunque tarde en volver, nunca será tarde para amar para aquellos que esperan la vuelta de la carroza maravillosa en cada feria y temporada. Porque ésta siempre regresa, como la ilusión, al despertar el alba en los ojos asombrados del alma esperanzada.
En caballos de circo y carrusel (I)
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