No es el tiempo que pasa, sino su ilusión: nosotros. Sólo subiendo la cima "Cuesta Arriba" del posible-imposible estamos más cerca de las estrellas; de la música que emiten las galaxias y las almas en libertad… Casi 35 años han pasado en el reloj de la plaza central. Contemplamos luego la pasada fotografía de cuando la vida se podía alumbrar con un canto de paz y esperanza. Dulce nostalgia. Tuve la gracia de acompañar algunas veces al grupo de trova poética “Cuesta Arriba” y su “Canto Nuevo”. Allá cuando el cantar era más que una promesa, un verso de amor a las audiencias sobre el viento de la Historia. El elenco musical estaba formado por los jóvenes músicos Julio Herrera, Ramón Merino, Paulino Espinoza Carías, Andrés Espinosa Carías y el buen amigo "La Fruta", Dr. Oscar Samayoa. No es, pues, el tiempo quien pasa sino su ilusión: Actores de sí mismos o del fugaz ser universal que va de largo en el sendero de los años. Mas -dentro del “Eterno presente”- nada deja de transcurrir, conforme la ley de relatividad. Aquel tiempo de ayer -con su canto inmemorial- quedó sembrado a un lado del camino como florida armonía. El viaje, en verdad, era cuesta arriba. Porque sólo así se puede alcanzar la melodía del sueño universal.
“Cuesta arriba”: su nostalgia y “Canto y Nuevo”
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