Entre 1949 y 1952, funcionó la primer agencia publicitaria en el territorio salvadoreña, fundada por el exmilitar estadounidense George Braggs Massey. Después, esa empresa pionera pasó a manos de su empleado salvadoreño Antonio Díaz Rubio, quien dio origen a Publicidad Díaz. Esa segunda empresa publicitaria en El Salvador inició sus operaciones con un personal muy limitado, ante la ausencia de profesionales salvadoreños capacitados en esas áreas. Por eso, Díaz Rubio recurrió al apoyo de un joven guatemalteco con experiencia en el campo, quien instruyó al artista nacional Roberto Antonio Aguilar para el diseño de vallas y anuncios para campañas publicitarias de corte profesional hechas en El Salvador, para clientes industriales como Max Factor, Colgate Palmolive, la Fabril de Aceites y los productos de Compañía Distribuidora S. A. (CODISA) y su empresa hermana H. de Sola, dedicada al procesamiento y exportación de café y otras materias primas de origen agropecuario.
Para entonces, el creciente desarrollo industrial del país ya requería de más y mejores técnicas para que el público consumidor buscara y prefiriera un determinado producto, entre las pocas marcas de café soluble, manteca, aceites, electrodomésticos y otros existentes en el mercado nacional. Por tanto, en el centro capitalino –al mismo tiempo que surgía Publicidad Díaz- fueron apareciendo otras pequeñas agencias publicitarias, que en su funcionamiento interno no distaban mucho de ser colocadoras de anuncios en periódicos, creadoras de vallas, gestoras de patrocinio para programas radiofónicos u organizadoras de concursos en los barrios y colonias de la capital y de las principales ciudades de El Salvador.
Con el fin de ofrecerles personal calificado a esas pequeñas empresas dedicadas a los anuncios en prensa, los rótulos y las vallas para exteriores, la Escuela Nacional de Artes Gráficas abrió, a partir de 1953, los tres años lectivos del Técnico en Dibujo Comercial, cuya dirección y magisterio principal le fueron confiados al artista plástico mexicano León Plancarte Silva (1915-1969). En esos cursos se matricularon varias decenas de obreros, de los cerca de 500 que acudían -noche tras noche y en las horas que sus respectivos trabajos en las fábricas les dejaban libres- a ese centro educativo sostenido por el gobierno salvadoreño, encabezado desde diciembre de 1948 hasta octubre de 1960 por los militares y civiles del Partido de Unificación Democrático (PRUD). Por desgracia, no todos aquellos obreros que se matricularon lograron culminar los estudios correspondientes, por lo que la oferta laboral siempre fue superada por la demanda de trabajadores cada vez más especializados.
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¿Quién era ese artista plástico mexicano que sentaría las bases del dibujo comercial y publicitario en la República de El Salvador?
El domingo 19 de septiembre de 1915, en el barrio de San Miguel de la ciudad de México nació Miguel León Ramírez Plancarte y Silva. Fue el tercer descendiente llegado al hogar formado por Francisco Ramírez Plancarte (1886-1954) y María Silva Gutiérrez (1889-1970), quienes ya habían procreado a Antonio y Carmen.
A los catorce años, estudió en la Escuela de Pintura, Escultura y Talla Directa ubicada en el exConvento de la Merced, antecedente directo de la Escuela de Pintura y Escultura La Esmeralda. Entre 1930 y 1932, complementó esa formación artística en la Escuela de Pintura al Aire Libre de Coyoacán.
Escritor de cuentos y estudiante de violín, desde 1936 se integró a la Sección de Artes Plásticas de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR), desde la que realizó propaganda política colectiva.
Incorporado desde 1937 a la Secretaría de Educación Pública (SEP), laboró como dibujante en el órgano impreso del Sindicato Único de Trabajadores de la Enseñanza Superior Campesina. Desde allí comenzó a trabajar grabados de tinte social y político, incluso en apoyo a la Segunda República Española en su guerra contra el bando nacionalista. Para entonces ganó el primer premio del Concurso de Carteles patrocinado por la LEAR, con premios donados por el Frente Popular Español de México.
En 1937 recibió su nombramiento docente la Misión Cultural Rural A número 13 de la SEP en el estado de Morelos. En ese año también comenzó su militancia en el Partido Comunista, por lo que participa en células campesinas y manifestaciones. Al año siguiente, inició su trabajo como profesor de Artes Plásticas en la Escuela Regional Campesina en la antigua Hacienda de Soltepec (Huamantla, Tlaxcala), donde también pintó el mural Busca en la tierra tu libertad y en el libro tu libertad, ahora desaparecido.
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Entre 1939 y 1942, desarrolló una intensa actividad docente en varios centros de la capital mexicana. En el último de esos años comenzó a laborar como profesor de Dibujo y Artes Plásticas en la Escuela Secundaria Número 1 y en la Escuela No. 36 República de El Salvador, localizada en la calle Pino Suárez no. 54, en la capital mexicana.
Colaborador artístico de varios medios de México, entre 1945 y 1950 continuó con sus labores docentes en centros escolares, escuelas normales e institutos de ciudad de México, Comitancillo (Oaxaca), Jalisco, Nayarit y Tamatán (Tamaulipas) y Zocoalco de Torres (Jalisco).
En 1950 fue nombrado profesor de Enseñanzas Artísticas Elementales del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y de Artes Plásticas en la Secundaria Diurna número 15. Al año siguiente, se inscribió en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) para cursar Arqueología.
Junto con otros artistas mexicanos integrantes del Frente Nacional de Artes Plásticas, en 1952 firmó un manifiesto en contra la destrucción de obras arquitectónicas en la ciudad de Puebla.
En ese mismo año y mediante un convenio de intercambio cultural entre el Gobierno de México y la República de El Salvador, fue comisionado para trasladarse al país centroamericano y laborar como docente en la Escuela Nacional de Artes Plásticas "Carlos Alberto Imery", en San Salvador. Mediante el acuerdo 306 del Poder Ejecutivo (Diario Oficial, San Salvador, tomo 159, no. 61, martes 7 de abril de 1953, pág. 2330), suscrito el 14 de febrero de 1953 por el presidente y coronel Óscar Osorio y el Dr. Reynaldo Galindo Pohl como ministro de Cultura, fue autorizada su contratación en ese centro de estudios artísticos, donde fundó la primera cátedra de Dibujo Comercial y Publicitario que existió en el territorio salvadoreño. Consigo llevaba la experiencia de ya haber impartido dicho curso en 1945, en la Secundaria Número 8 en San Pedro de los Pinos, ciudad de México. Por la amplia demanda de cursos de ese tipo entre los obreros salvadoreños, la dirección de la Escuela Nacional de Artes Gráficas, ejercida por el profesor José Arcadio Santos Beltrán (San Salvador, 11.enero.1914-02.sept.1989), decidió establecer los tres años lectivos completos de un Técnico en Dibujo Comercial, para así suministrar mano de obra especializada a las agencias publicitarias salvadoreñas y demás empresas vinculadas con ese sector en crecimiento.
Entre septiembre de 1950 y septiembre de 1956, el primer sexenio del PRUD, encabezado por el coronel Osorio, importó muchas ideas impulsadas en México por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) para así impulsar la reformulación y modernización del Estado y República de El Salvador. Osorio había convivido con muchos de los gestores de esos cambios en la capital mexicana, donde residió buena parte de su exilio forzado por el gobierno del general Salvador Castaneda Castro. Parte de esos cambios incluyó mejorar las estructuras educativas y culturales, mediante convenios como el que hizo posible la llegada del profesor Plancarte Silva a El Salvador.
Al inicio, el profesor Plancarte Silva residió solo en la ciudad de San Salvador, pero después lo siguió su esposa Elia Morales Parra (1924-1999) con sus pequeños hijos. Ella siempre recordaría "con una sonrisa, que fueron los años más felices de su vida como un matrimonio maduro y trabajador. Vivieron muy contentos haciendo amigos, trabajando juntos y muchos de esos amigos fueron recibidos después en su casa de México. A falta de un adecuado servicio médico en El Salvador, ella ayudaba a inyectar y enseñaba a preparar comida mexicana, con lo que se ganó un lugar y un respeto entre las señoras humildes de la colonia donde vivieron", según recuerda el Dr. Francisco Ulises Plancarte Morales, último hijo del artista plástico y actual académico de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM.
Entre 1952 y 1953, se desempeñó como colaborador gráfico de las revistas salvadoreñas Cultura, Síntesis y Semana, así como de los rotativos La Prensa Gráfica, El Diario de Hoy y El Independiente, donde tuvo ocasión de interactuar con pintores salvadoreños como Camilo Minero (1917-2005). Además, se convirtió en tutor privado de varios jóvenes artistas plásticos, como Antonio García Ponce (1938-2009).
Entre 1955 y 1957, colaboró con el Ministerio de Cultura y la Presidencia de la República de El Salvador en la creación de diversas litografías a color para una colección de Próceres de la Independencia, así como en la promoción del primer concurso de carteles para Publicidad Turística, desarrollado por la Escuela Nacional de Artes Gráficas entre su estudiantado, en conjunto con la Junta Nacional de Turismo (actual Instituto Salvadoreño de Turismo, ISTU).
Al año siguiente, junto con su esposa impartieron cursos para la creación de material didáctico para la Dirección General de Educación Primaria y Sección de Kindergarten de la Escuela Normal de Maestras.
Por el golpe de estado en contra del presidente y teniente coronel José María Lemus, en octubre de 1960, el profesor Plancarte Silva y su familia regresaron a México. Se reincorporó a impartir clases de dibujo y litografía en la Escuela Normal de Maestros y en la Escuela Nacional de Artes Plásticas- Academia de San Carlos de la UNAM.
En 1968, colaboró en diversos números de la revista humorística Alta Tensión e ingresó a la Sociedad Mexicana de Grabadores, con una exposición colectiva de grabado y estampa desarrollada en los salones del Palacio de Bellas Artes, en la ciudad de México.
En sus ratos libres -después del trabajo o en los fines de semana- se dedicaba a pintar, dibujar, escribir y a leer muchísimo, desde periódicos, libros, revistas y lo que cayera en sus manos.
Aquejado por la diabetes, el profesor León Plancarte Silva falleció en la capital mexicana, el sábado 19 de abril de 1969.