Ha escapado del mundo y de la guerra. Como un reo del infra-mundo, que busca liberarse ha salido por la puerta secreta de los sueños. Nadie le ha seguido. Sólo su sombra. Y ella olvida. No guarda rencores, siluetas ni deseos. Ni el mismo recuerdo de su silencioso andar. Tan sólo lleva en sí la oscuridad de su piel de líquen y oscuridad. Antes de irse ha tenido que perdonar al mundo, a los actores del suplicio y del mismo deseo. Hasta a las mismas fieras de la ira tuvo que eximir de culpa. Y si acaso fuera obra del Creador, ha perdonado también a la divinidad. Para llegar a la razón tuvo que atravesar la locura, dice el axioma. Igualmente para llegar a ser libres, antes debió cruzar la tiniebla del muro. Del muro de la historia. Fue así como el “Lobo de Presa y Soledad” dejó de vivir la vida de otros –que suele ser tormento y vanidad– y se fue a vivir la vida de su sombra bajo la luz de su estrella. Antes fue una más de las esfinges desnudas que merodean las ciudades de piedra y de humo, acechando sueños o simplemente la felicidad humana o la de un gorrión. Lobo de presa y soledad, se fue de vuelta a las montañas que es de donde vino y desde donde vinieron sus ancestros. Surcando y vadeando los montes del tiempo, como una fiera más entre los riscos de aquella inmensa y maravillosa soledad llamada libertad. Fiera de presa y soledad; desnuda esfinge: Escapando del error te liberas del dolor; escapando del inframundo (mundo inferior) logras llegar a la celeste cumbre de tu anhelo.
Lobo de presa y soledad
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