Un ejemplo de sabiduría que no se aprende en universidades, sino en el vasto camino de la maestra Vida: Don Isabel es un noble hijo de la patria, padre y sabio agricultor del terruño de la colonial Suchitoto, que ha llegado triunfal al umbral de los cien años. Lúcido; rodeado de amor familiar y con una luz en su mirada de fe, piedad, amor y esperanza en el mañana, como pocos. Yo le nombro “Sembrador del surco y de la vida” pues no sólo fecundó la tierra de su heredad natal, sino también la vida: haciendo el bien a los demás, al suelo original y a sus hijos, herederos de su fe, amor y optimismo. Todo ello junto a su fiel amada Lucía. Misma que fue bautizada con el mismo nombre de Santa Lucía, la patrona espiritual de Suchitoto. Ciudad que lleva ese título, derivado del náhuatl nativo: “Xochi; Xuchitl” (flor) y “Toto; tototl” (pájaro). Es decir, “Tierra del Pájaro Flor.” A este personaje ejemplar de nuestro pueblo, estos breves versos: “Sembrador del surco y de la vida/ Que dejaste a tu paso las eras florecidas/ Hoy te yergues al mundo victorioso/ Con la luz de una estrella en la mirada/ Mientras tanto la siembra, tus hijos y tu amada/ Te veneran cual hombre que ha vencido/ Con amor, justicia y fortaleza/ ¡Sembrador de la vida y de la tierra!”
Sembrador del surco y de la vida
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