Carta a la ba(yu)ncada cian

El pueblo salvadoreño está de vacaciones, tratando de olvidarse de tanta crisis que se vive. La gente merece un break. Así que escogí para mi carta de hoy un tema no tan serio, sino más bien divertido: la piñata en la Asamblea.

A nadie realmente sorprende que ustedes, quienes antes de convertirse en diputados no eran nadie, se están aprovechando para darse la buena vida y además para darles empleo a sus cheros, primos, cuñados y otros seres queridos. Lo sorprendente es que esta piñata duró tres años sin que nos diéramos cuenta. Funcionó el truco de la información reservada. Tuvo que terminar la legislatura e iniciar la nueva, para que al fin unos hackers hicieran pública la información ocultada.

Ahora sabemos que los 54 diputados de Nuevas Ideas disponen de los servicios de 450 empleados, o sea un promedio de 8.3 por cabeza. No tomando en cuenta los 1000 empleados “institucionales” de la Asamblea, que también trabajan para la gloria del señor presidente. Sólo podemos adivinar qué clase de servicios les dan estos 450 empleados. Bueno, más de 150 están dedicados a comunicación, prensa, publicidad. Son talvez los únicos que realmente trabajan duro, viendo las avalanchas de propaganda, desinformación, difamaciones en las redes sociales. El resto, ¿quién sabe? Algunas de las empleadas legislativas se destacan por atributos que los calificarían para un trabajo en establecimientos como LIPS, pero obviamente tienen cierta utilidad para ustedes. Algún tipo de diversión necesitan ustedes, ya que como diputados no tienen nada que hacer. Las comisiones no funcionan y no producen nada y los proyectos de ley son elaborados en Casa Presidencial.

Resulta que todo esto tampoco sorprende a nadie. No conocimos los números ni los montos de dólares involucrados, pero viendo a ustedes en los videos y fotos que difunden, uno se podía imaginar lo que pasaba detrás del muro de silencio en la honorable Asamblea.

Lo realmente sorprendente no es la corrupción y perversión que existe en la Asamblea cian, sino el hecho que la señal para destapar la cloaca la dio el mismo presidente, en su última cadena nacional. No fueron los hackers de CiberintelienciaSV que pusieron el tema de la corrupción en la Asamblea en el centro de la discusión en El Salvador. Fue Bukele. Los hackers escarbaron luego los detalles.

Entonces, lo interesante -y divertido- es el pleito interno que está detrás de todo esto. Bukele siempre ha tenido un desprecio visible para sus diputados, igual que para los alcaldes de Nuevas Ideas. Incluso para su partido.  El presidente de la Asamblea ha sido útil, pero se convirtió en una molestia cuando comenzó a armar desde la Asamblea una millonaria campaña de promoción de su persona. La mayoría de los 150 encargados de comunicación de la ba(yu)ncada cian habrá estado al servicio de esta campaña permanente. Desde el destape que hizo su jefe de la piñata en la Asamblea, Ernesto Castro se ha reducido a su tamaño real. No es más que un peón en el póker de poder de su jefe.

¿Cómo se sienten ustedes en esta comedia? Todo el mundo los está jodiendo, preguntando en qué diablos están gastando los 14 mil dólares que el presidente dijo que les pagan, aparte de su salario de 4 mil, para contratar empleados. ¿Es injusto, verdad? Porque ustedes nunca han tenido a su disposición estos 14 mil, la mayor parte la han manejado a su gusto Ernesto Castro, Suecy Callejas y Cristian Guevara. Pero eso ustedes no lo pueden decir para defenderse. Pobrecitos. No se pueden defender y tampoco entienden qué diablos está pasando. De repente cada uno de ustedes, cuando se mira en el espejo, ve un cero a la izquierda. Pensaron ser parte del poder, pero resulta que sólo son utensilios de decoración que de repente son desechables, igual que antes los alcaldes. Ellos pensaron ser los jefes locales y resulta que son reducidos a empleados del gobierno central.

La gente se ría de ustedes, porque de repente, detrás de la delgada capa de glamour, los ven desnudos.

Tengan unas lindas fiestas agostinas y traten de entender cómo se cayeron del pedestal.

Paolo Lüers