El coronel Pedrito abrió la puerta. Quedó asombrado. Estaba consciente que la calle estaba oscura por falta de iluminación; no obstante, abrió, siendo impactado por haces de luces provenientes de los celulares que cargaban diez sujetos que apuntaban hacia su rostro, con sus aparatos. Cuando su par de retinas se adaptaron al resplandor, pensó que, seguramente, el mismo asombro experimentaron las personas de raza negra que eran sorprendidos por miembros del Ku Klux Klan, durante la noche, después de que finalizara la Guerra de Secesión. Al igual que estos, luego del asombro, sintió temor e inseguridad.
- ¡¡O te salís de esta casa o te sacamos!! – habló en altas voces y agresividad el que parecía ser líder del grupo.
- Calma, compañero – dijo Pedrito, tratando de disminuir la agresividad del otro– por favor, dejen de alumbrarme la cara, que no los puedo ver…
- ¿Con qué derecho estás dentro de esta propiedad queesmía? – preguntó de nuevo el supuesto líder.
- Si me dejan de alumbrar la cara, podemos hablar como la gente…
Los tipos movieron sus celulares hacia la cintura de Pedrito. Los habitantes de las casas vecinas observaban por las ventanas, con las luces apagadas, detrás de las cortinas. Este bajó la grada de la entrada de la casa y jaló su puerta principal, cerrándola.
- De nada va servir que cerrés la puerta porque de todos modos yo tengo las llaves de toda la casa…
- Calma, amigo, hablemos…
- A ver ¿Quién sos? ¿Cómo te llamas?
- Pues yo soy el coronel Pedrito Sivarín…
- ¡Ahhh! ¿Con que coronel? – dijo otro del grupo, en voz alta.
- ¿Por qué tias metido a mi casa? – volvió a hablar el líder – Vos bien sabes questo es delito…
- Bueno…les voy a explicar…yo también tengo las llaves, me las dio el dueño, a quien conozco desde hace bastante, él me ha alquilado esta casa…
- ¡No-hombre! Esta casa es miya, y yo notedado nada, voy a llamar a la policía…
- Pues llámenla y yo voy a llamar al dueño…
- ¡Esta casa es miya! Aquí tengo la extractada del CNR y dice quees miya, revisala coronelito, para que veas que tian bajado diagalán…
El coronel tomó el papel y lo leyó. Era papel oficial con sello, que él conocía muy bien. Ahí no aparecía por ningún lado el nombre de quien se la había arrendado.
- Pues esta raro, voy a llamar al dueño…
- Nada, nada, diandar llamando a nadie – dijo otro- Perate, quia quí te va hablar alguien que vos conoces….si, buenas noches mi general, si, aquí hemos encontrado a un maistro que dice ques coronel, que se llama Pedrito Sivarín, y que dice que lian alquilado una de las casas aquellas…de nosotros…si….no….lo voy a poner en voz alta para que se oiga bien clarito y aquí diuna vez se lo paso:
La voz se escuchó alta y clara desde el celular: “- Pasame al coronel Sivarín, que lo conozco bien y él me conoce”.
El coronel Sivarín había ahorrado por varios años para poder poner un negocio de venta de llantas. Con dinero suficiente, recordó que un amigo tenía una casa, allá, cerca del Mercado Sivar Miguelito, sobre la Calle Sivar Novem, que en esos días, la usaba como bodega, pero era grande y “de esquina”, buen punto para un comercio. Esa noche había llegado a las diecinueve horas, con cuatro ayudantes, para iniciar una limpieza del lugar y reacomodo de lo embodegado. Conocedor que la zona se había llenado de mareros, no le importaba, él tenía la confianza en sí mismo que iba a poder manejar esa situación. Su amigo aceptó arrendarle la vivienda y le entregó las llaves, pues conocía a Pedrito, y sabía que era un hombre correcto.
Los colores atraparon rostro y cuello del militar cuando escuchó la voz del general. La conocía muy bien, pues había platicado con él en varias ocasiones. Tomó una decisión con rapidez:
- No, no voy a hablar con nadie. Me voy a retirar inmediatamente con mis trabajadores y mañana iré a hablar con el dueño.
- ¡Cómo no! – dijeron varios del grupo para luego reírse a carcajadas - ¡le tiene miedo al superior!
El coronel Pedrito quitó llave a la puerta del inmueble, para ingresar y llamar a gritos a sus ayudantes:
- ¡Vámonos muchachos, hemos terminado por ahora! ¡Salgan rápido con sus herramientas, no dejen nada! – Pedrito conocía muy bien la jerarquía y el proceder castrense, si aceptaba la llamada, su situación se iba a complicar.
Al día siguiente, el propietario del inmueble se acercó al CNR: la casa ya no le pertenecía, su firma había sido falsificada en una compraventa a un sujeto que no conocía. Sumado a esto, la hipoteca que tenía su propiedad había sido anulada y presentada al CNR para liberar al inmueble de gravámenes o embargos. Por los periódicos se enteró que aparte de la suya, había otros mil doscientos inmuebles que habían sido usurpados, dejando a sus habitantes sin techo y sin el producto de tantos años de trabajo.
Sivarnia, es un país sub desarrollado con altos niveles de corrupción en la esfera estatal y criminalidad, habitado por millones de seres que se asemejan a las hormigas: sumamente laboriosos, a pesar del medio extremadamente difícil en el que están sumergidos. Aunque, a diferencia de esos insectos, altamente desorganizados, sin una cultura nacionalista y muy individualistas. Más del 80% de los sivarneses desean vivir en un ambiente diferente por lo que un número importante ha migrado desde hace cuarenta años, logrando prosperar y disfrutando del fruto de su esfuerzo en otras tierras. No obstante, muchos otros no lo hacen.
Los expertos en sociología, psicología y estudios culturales ofrecen varias perspectivas sobre por qué las personas que viven en países subdesarrollados con altos niveles de delincuencia eligen permanecer en esos lugares y continúan luchando para recuperar lo que han perdido: Uno, sus vínculos emocionales y sociales que les proporcionan un sentido de pertenencia y apoyo emocional. Dos, la identidad cultural y el sentido de pertenencia que los identifica con su origen y su cultura. Tres, la resiliencia desarrollada gracias a las circunstancias difíciles a las que se han adaptado. Cuatro, la falta de recursos económicos para mudarse a otro lugar y los bienes con que cuentan en su país de origen. Cinco, el miedo, la incertidumbre y los riesgos de la migración, entre ellos, la barrera lingüística y cultural, la discriminación y el temor a no encontrar empleo. Seis, la esperanza de que habrá justicia y mejoras en su país de origen, especialmente si están muy imbuidos en ideas religiosas.
El caso del inmueble en comento lleva seis años archivado en un escritorio del Ministerio Público de Sivarnia, sin resolverse. El usurpador rentó espacios dentro del mismo y goza de los alquileres. El Coronel Sivarín se fue a los Estados Unidos donde progresó económicamente, viniendo a pasear a Sivarnia de vez en cuando. Así la vida en la tierra sivarnesa. ¡Hasta pronto!
Médica, Nutrióloga y Abogada