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El Salvador es casa de unas 600 especies de aves, entre locales y migratorias

Según la organización Birdlife International, El Salvador es el 12o. país con más especies de pájaros por unidad de territorio en el mundo. SalvaNatura impulsa el aviturismo como industria, para aprovechar esta biodiversidad.

Por Carlos López Vides | Jul 27, 2024- 23:27

Aves migratoria locales, gaviotas palida. Foto/ Cortesía SalvaNatura

Los 21,040 kilómetros cuadrados del territorio salvadoreño son la casa de casi 600 especies de aves, alrededor de 200 de ellas migratorias, según datos de la organización medioambiental Fundación Ecológica de El Salvador SalvaNATU‑
RA.

El presidente de SalvaNATURA, Miguel Araujo, explica todo el potencial que significa ser el 12o. país del mundo con más aves por unidad de superficie, una información validada este mes por BirdLife International, entidad que observa,
contabiliza y reporta la población de aves en el planeta.

Tener tantas especies en un territorio tan pequeño es un tesoro muy apetecible para turistas de diversos países, que visitan distintos puntos del globo para dedicarse al disfrute de la observación de pájaros. Este disfrute, además
de su evidente componente de protección y valor a la biodiversidad animal, también es una industria millonaria: según compartió Araujo, solo en 2023, el llamado “aviturismo” reportó ingresos de $4,300 millones en Estados Unidos.

“Colombia es el doble de Centroamérica casi, tiene 2,000 especies aves; pero El Salvador es el décimo del mundo con 600. Como miembros de Birdlife international, estamos pidiendo que actualicemos esa cifra y la publicitemos por todos lados, porque los avituristas a veces tienen un mes de tiempo para visitar un país, pero otros tienen una semana, y El Salvador tiene todo a corta distancia”, lo que le puede colocar como un destino de referencia para la observación de aves en la región.

Al ingresar al apartado de El Salvador en la plataforma digital de ebird.org, la cual registra y ordena la observación de pájaros a nivel global, en el top 12 de lugares para ello en El Salvador aparecen los siguientes, según datos históricos y
hasta el 16 de julio pasado: Parque Nacional Montecristo (255 especies), Bocana del Río Jiboa (247), Área Nacional Protegida de Barra de Santiago (246), Parque Nacional El Imposible (230), Laguna El Jocotal (227), Ecoparque El Espino
(224), Parque Nacional Thilo Deininger (216), Parque Nacional Los Volcanes - Sector Cerro Verde (212), Parque Nacional Montecristo - Bosque Pino Roble (201) y el Bosque de Cinquera (200).

La lista de aves que viven o pasan meses en El Salvador es extensa, pero se puede mencionar algunas como el alcaraván americano (Hesperoburhinus bistriatus), el cuclillo manglero (Coccyzus minor), el martín pescador de collar (Megaceryle torquata), el Ostreo americano (Haematopus palliatus), el pájaro carpintero o cheje (Melanerpes aurifrons), el Soldadito (Himantopus mexicanus) o el Tangara de alas amarillas (Thraupis abbas).

“De esas 600 especies que hay en El Salvador, alrededor de 200 vienen del norte, huyendo del frío, les damos TPS cada año (sonríe), vienen bajando por las bajas temperaturas y pasan aquí de 4 a 6 meses, anidan temporalmente en El Salvador”, explicó Araujo.

Carpintero Cheje (Melanerpes aurifrons). Foto/ Cortesía SalvaNatura

El proyecto La Giralda

Con una mirada ambientalista, Araujo ha creado el restaurante finca Mirador de La Giralda, en Comasagua, el cual se encuentra dentro de una reserva privada de 85 manzanas, que está incrustada en el cráter del volcán de Jayaque.

En esa zona, “somos de las que tiene más densidad de aves en el departamento La Libertad, porque sus características, de que va de 1,250 metros a 800 metros de altura, y que tiene un microclima porque da la vuelta al cráter del volcán de Jayaque, que pocos conocen y que es de la era cuaternaria”, detalla Araujo.

“Uniendo esfuerzos con la cooperativa Las Quebradas, con Finca Ceilán y con Finca Santa Lucía, incluida la reserva privada de La Giralda, estamos formando 600 manzanas para hacer un solo circuito de aviturismo, queremos
inaugurarlo en enero si es posible”, añade el ambientalista.

El presidente de la entidad ambiental compartió que una misión de representantes de Birdlife International hizo recientemente una misión de dos semanas a El Salvador, “junto a FIAES y SalvaNatura, vinieron organizaciones
expertas en aves de Sudamérica, y como FIAES (Fondo de Inversión Ambiental de El Salvador) tiene la presidencia pro-témpore de lo fondos ambientales de todo América, desde aquí se va a coordinar el programa Conserva Aves. Esto va a permitir abrir las puertas a El Salvador, donde todo está cercano, para el aviturismo”.

Gran garza gris. Habita en humedad. Foto/ Cortesía SalvaNatura

Aviturista de primera línea

“Buena parte de mi vida profesional la he hecho pajareando, me pagan por salir a ver y estudiar pájaros”, explica Néstor Herrera, quien es biólogo de profesión y viene observando aves desde 1991, como parte de sus labores de tra‑
bajo y, por supuesto, por el disfrute que implica.

Es por ello que su nombre aparece en el primer lugar de la plataforma ebird.org, como la persona que más especies ha visto y registrado, de todas las que hay en El Salvador: un impresionante número de 518 de las casi 600 en el país.

Para Herrera, son importantes los proyectos que eleven el perfil de valiosa biodiversidad que tiene El Salvador, pues “lamentablemente, vendimos en los 80s un país deforestado, destruido por la guerra, que no había nada que conservar. Y eso no es verdad. SalvaNatura fue la oenegé que más apostó por que se visibilizara la diversidad de aves
que hay en el país. No tenemos los grandes territorios como Honduras y Colombia, pero en las pequeñas partes del país, podemos encontrar un montón de especies fascinantes, interesantes y valiosas”.

Herrera coincide con Araujo en que “el ‘birding’, o salir a pajarear, se desarrolla mucho en Estados Unidos, Canadá y Europa. En esos países la gente invierte mucho dinero en salir a buscar pájaros, como una actividad para distraerse, pasar tiempo, quitarse el estrés, para relajarse”, lo cual es una industria en auge que puede comenzar a poner
sus cimientos en El Salvador, con proyectos de aviturismo como el que se impulsa en La Giralda.

“Las personas se obsesionan con observar los pájaros, leemos e investigamos dónde pueden estar, compramos ropa especial, nos le‑vantamos de madrugada, caminamos sigilosamente por el bosque, etc. La actividad de pajarear genera
mucho dinero a diferentes empresas, como las que venden cámaras y binoculares; y también hay empresas que hacen turismo.

Hay países como Colombia, Costa Rica, incluso Guatemala, que aprovechan sus recursos de aves, la diversidad que tienen, como un atractivo turístico”, un filón que se debería fortalecer en El Salvador, a juicio de este experimentado biólogo.

Al consultarle cuál especie de ave es la más difícil de ver en El Salvador, responde que “el quetzal es difícil de encontrar. La mayor parte de la gente cree que quetzales solo hay en Guatemala, pero ocurren desde el sur de México,
pasando por Colombia hasta Venezuela. Nosotros tenemos la misma especie que está en los billetes de la moneda guatemalteca, que es una especie distinta de ver, que es un bosque muy pequeño donde vive, un bosque cerrado. Es
más fácil escucharlo. En El Salvador se le puede ver más fácilmente en diciembre en el Parque Montecristo o en el Cerro El Pital”.

Halcon Pergrino, el más veloz del planeta. Foto/ Cortesía SalvaNatura

En segundo lugar, menciona al vireo, o “green shrike” en inglés, pues explica que “la gente en El Imposible le dice ‘el Invisible’, porque es un pajarito verde limón, que solo se encuentra en ese parque. Es como de los tamaños de un chío, que pasa totalmente desapercibido entre el follaje. Es más fácil oírlo que verlo, y cuando uno lo escucha y le pone el canto, tal vez si tiene suerte se acerque y logre una foto, pero como el follaje es bien denso, siempre van a salir fotos oscuras o movidas”.

Herrera explicó que, hace un par de años, la comunidad de avituristas era de unas 10 a 15 personas en el país; pero poco a poco esa cifra ha ido creciendo, sobre todo con las herramientas tecnológicas y el trabajo de “ciencia comunitaria” que se comparte en plataformas como ebird.org.

Los “hot spots”

Para responder adónde llevaría a una persona que quiera avistar pájaros en El Salvador, dice que “depende de si el pajarero tiene mucha experiencia y le interesa encontrar a un ave en especial. Hay gente muy exigente y dice, ‘yo he venido a El Salvador porque quiero encontrar la urraca’. Para nosotros es super común, tendría que llevarlo al Parque Bicentenario para que la viera”.

Pero añade que “si es alguien que quiere aumentar su número de registro de especies, lo llevaría a El Imposible, porque en esa cuenca con Barra de Santiago, en un fin de semana, puedo salir con 200 especies registradas. O El Trifinio, Montecristo y Lago de Güija, también puedo hacer en un fin de semana, y encontrar 200 especies diferentes, y muchas de ellas de las endémicas, de las raras”.

Herrera bromea y dice que su nombre aparece entre los líderes en avistamiento de pájaros “un poco por trampa”, pues por su carrera como biólogo, “diferentes instituciones y empresas requieren mis servicios, por ejemplo, si quieren saber un estudio de impacto ambiental de algún proyecto, lo que le demanda el Ministerio de Medio Ambiente, las poblaciones de flora o fauna que pudieran verse afectadas”, lo que implica por supuesto, observar pájaros.

La comunidad de avituristas ha ido creciendo de forma natural en El Salvador, explica Herrera, quien ve un enorme camino de crecimiento para este tipo de turismo en el país.

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