¡Cuántas cosas sucedieron en apenas un fin de semana! Esperando la transmisión de la penúltima partida de la Copa América surgió la noticia del atentado sufrido por Donald Trump durante un mitin por la candidatura republicana en Estados Unidos. Las teorías sobre el tema se multiplicaron, desde las que aseguraban que fue un auto-atentado, hasta las que involucraban al presidente Biden como promotor del hecho. A Dios gracias, Donald Trump resultó con una leve herida, pero hubo que lamentar la muerte heroica de uno de los asistentes al evento, así como las graves heridas sufridas por otras dos personas. Lo importante ahora es que se realiza una exhaustiva investigación del porqué sucedió semejante error en el servicio de seguridad, uno de los más capacitados y eficientes del mundo. Recordemos: Estados Unidos es un país donde rigen las leyes y se aplican a quien las infringe, sea quien sea.
¿Y la Copa América? El tercer lugar fue ganado sin mayor gloria por Uruguay, ante Canadá, que había mantenido la ventaja durante todo el juego.
El domingo, triunfos indiscutibles para España: Carlos Alcaraz ganando en Wimbledon al multicampeón Novak Djokovic, añadiendo a este suceso la entrega de la copa de manos de la Princesa de Gales, que fue recibida con inmenso regocijo por los presentes. Y en fútbol, ganando la Eurocopa ante Inglaterra, llegando “la Roja” invicta a ese momento, alegría que los jugadores compartieron con el rey Felipe VI y la infanta Sofía.
¿Qué más? Un acontecimiento que, milagrosamente no terminó en tragedia, pero nos empaña a todos los latinoamericanos: la final de la Copa América, en el Hard Rock Stadium de Miami. ¡Qué desastre! La falta de educación, la agresividad, el machismo, la creencia de que saltarse las leyes y los reglamentos es de vivos y que pasar por encima de los demás es de hombres, y todas las otras malas actitudes que desafortunadamente nos caracterizan a los latinoamericanos, hicieron de un momento de alegría, un motivo perfecto para que los estadounidenses, de nacimiento o por naturalización, alcen sus voces en contra de que sigan llegando salvajes a su tierra.
Los dispares sucesos del fin de semana deben hacernos decidir qué población deseamos en nuestro país. Cuando vemos las noticias de personas desaparecidas, cuando hay denuncias de abusos de autoridad, corrupción, falta de garantías, etc., ¿no ansiamos un país de ley y orden, como es Estados Unidos?
Y tomemos como ejemplo solamente el fútbol, porque lo que se aplica al fútbol, se aplica a todo lo demás. El fútbol despierta pasiones y nuestros jugadores locales, tan habituados a perder, ya se sueñan en el Mundial. Está bien que sueñen, pero esos grandes triunfos (como en todo) se logran únicamente con un trabajo arduo, permanente, incansable, con disciplina. Mientras prefiramos el camino fácil, culpar a los demás de nuestros propios fracasos, exigir antes que dar; mientras vivamos en el desorden, sin que la suciedad nos repugne, mientras tengamos alergia al estudio, al esfuerzo, a tomar decisiones difíciles, a adquirir compromisos y cumplirlos, seguiremos fracasando en el fútbol, lo que tampoco es para morirse.
Porque lo realmente grave es que, con nuestra actitud “me vale” continuaremos fracasando en la educación, que es prioritaria para tener un pueblo sano, con oportunidades, con desarrollo. Que las lecciones de ese fin de semana nos ayuden a cambiar.
Empresaria.