La barbería es un arte antiguo que, como el buen vino, mejora con los años. Se trata de una profesión que requiere habilidad, vocación, pasión y una comprensión exhausta de las tendencias y técnicas. Aunque el termino barbería se refiere, en el estricto sentido de la palabra, al corte y modelado de barbas, hoy en día su definición va más allá. Se trata de la ocupación que ofrece una amplia gama de servicios de cuidado del cabello masculino.
En El Salvador, la historia de las barberías se remonta a la década de los años 20 y 30, cuando estos locales eran puntos de encuentro y de socialización para los hombres de clase alta y media.
Recordadas son aquellas peluquerías clásicas donde hombres “pudientes” llegaban a acicalarse y a ser consentidos por los expertos fígaros, nombre con el cual se les conoce a los barberos de oficio.
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Años después las barberías se convirtieron en espacios de aseo y cuidado personal también para la clase obrera.
“Eran lugares donde generalmente había un señor de edad que cortaba el cabello con su peine y tijera, tenía alguna su maquinita antigua, sus navajas que las afilaba con cuero. Eran barberías clásicas”, expresa Marylin Morales, presidenta de la Asociación de Cosmetólogas y Estilistas de El Salvador, Acoes.
Cabe destacar que hasta hace un par de décadas, aproximadamente, las barberías eran atendidas únicamente por hombres, no había cabida para mujeres.
Con el pasar del tiempo, estas salas de estética masculina se han ido adaptando a los cambios en la sociedad, siendo atendidas por hombres y mujeres emprendedores que prestan atención a los detalles y a las últimas tendencias estéticas. Hoy en día es considerada una profesión creativa y muy respetada.
Estuvieron a punto de desaparecer
A mediados de los años 90 El Salvador experimentó una disminución considerable de barberías. Este fenómeno fue producto, en parte, del surgimiento de un gran número de salas de belleza que ofrecía a los clientes los cortes que en ese momento estaban de moda. Esta situación se produjo gracias al cambio de mentalidad de muchos hombres. Y es que por un largo período, y debido al machismo, se creyó erróneamente que las salas de bellezas eran única y exclusivamente para mujeres.
“Hemos rotos paradigmas que estaban muy arraigados. Hoy no, la gente es más libre en su decisiones. Desde el punto de vista laboral trabajar barbería era considerado un oficio para ‘pasarla’; hoy no, es una profesión donde se ocupan métodos y procedimientos diferentes a los que había antes”, dice Guadalupe Pérez, coordinadora de proyecto de Acoes.
No obstante, en los años 2000 comenzaron a proliferarse la barberías en todo el país. Diferentes factores favorecieron ese “boom”.
“Fue en el 2000 que trascendieron los medios tecnológicos. Pasamos de lo manual a la era digital. La gente empieza a observar nuevas formas y estilos”, expresa Guadalupe.
Una profesión que resurgió
Con la llegada del nuevo siglo, en “El Pulgarcito de América” se comenzó a observar un resurgimiento en la popularidad de las barberías. Esto se debió a varios factores, como el avance de las tendencias actuales del cuidado personal y estética masculina, así como a la apertura de nuevos negocios liderados por jóvenes emprendedores. La precaria situación económica y la falta de empleo en el país también motivó a muchos hombres y mujeres a aprender este oficio y a aventurarse en esta fascinante profesión.
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Ejemplo palpable de esta situación son las más de 90 barberías económicas que existen solo en el Centro Histórico de San Salvador. Estos establecimientos, atendidos en su mayoría por jóvenes, cobran entre dos y tres dólares por corte “normal” de cabello. Entre esas barberías se encuentran algunas que entran en la categoría de “clásicas” o “vintage”, es decir. locales que aún conservan el estilo que predominaba en décadas pasadas y las maneras de atención de su clientela.
Otro fenómeno que se ha manifestado en los últimos años en El Salvador ha sido la proliferación de peluquerías exclusivas, donde se ofrecen servicios más personalizados, modernos y de primera calidad. Por su puesto, este tipo de atención incrementa el costo. Por ejemplo, un corte de cabello puede oscilar entre los 9 y 15 dólares.
Las diferencias entre las barberías económicas y “exclusivas” suelen ser bastante notorias. En las primeras de ellas los locales, las herramientas, los productos empleados en los clientes y el mobiliario por lo general son sencillos, mientras que en las segundas son todo lo contrario: hay lujo y comodidades, asimismo, las técnicas empleadas por los barberos son más actualizadas.
Vale mencionar que la ambientación física de las barberías ha cambiado, así como también la forma de interactuar entre los fígaros y sus clientes. Hasta hace unos cuantos años, los usuarios de ese tipo de establecimientos solo podían decidirse por unos pocos cortes, entre ellos francesa clara, francesa oscura, corte militar o “pato bravo”, pero en la actualidad ha resurgido una variedad de estilos modernos, entre ellos el "fade", el "undercut", el "mohicano" y el "mullet".
Solo quedan los recuerdos
Muchos salvadoreños recuerdan con nostalgia aquellos días cuando el ambiente de las peluquerías era distinto. Don Mario Samayoa, de 72 años, rememora cuando siendo un joven estudiante visitaba con su padre una popular peluquería en su natal Sonsonate, de cuyo nombre no se acuerda.
“Recuerdo que los barberos vestían de manera formal, algunos usaban corbata y otros guayaberas impecables. Siempre era muy respetuosos y amables con la clientela”, rememora Mario Samayoa. “Mientras esperaba mi turno, me entretenía viendo revistas y fotonovelas en blanco y negro. Siempre me cortaba el pelo a la Francesa clara”, añade.
Samayoa compara las barberías clásicas con las modernas de hoy en día; cree que todo ha cambiado, tanto en los estilos como en la atención al público.