“Muy asustada” dice que se encuentra la exPrimera Dama de Estados Unidos, Michelle Obama, frente a la venidera elección presidencial y ahora más después del debate entre Trump, que siempre miente, y Biden, cuya participación fue tan mala que, según muchos y el New York Times, debe él renunciar a la candidatura y buscar una figura más joven y pragmática en sus posturas.
Un sentimiento similar ha manifestado la vicepresidenta Kamala Harris, sobre todo ante un posible retorno de Trump a la Casa Blanca.
Hay varios políticos, congresistas, senadores y gobernadores miembros del Partido Demócrata que tendrían más atractivos y serían menos “populistas” que Biden, que entre sus propuestas estuvo perdonar la deuda de padres para financiar los estudios universitarios de sus hijos, lo que impone cargas sobre las familias que no tienen hijos o los dedicaron a aprendizajes no universitarios.
Actualmente muchos jóvenes se preguntan si vale la pena estudiar una carrera universitaria cuando hay ocupaciones muy rentables como reparación de vehículos, plomeros, electricistas. (Conste, no es la maniobra del régimen salvadoreño para intentar justificar el abandono de la educación formal para que no haya ciudadanos preparados, pensantes y con más criterio...).
Las propuestas de Trump, por su parte, son siempre vagas, además de recortar impuestos que en la última ocasión tuvo como resultado que el deficit fiscal fue enorme, considerando que parte de ese gasto es para sostener grupos a los cuales “no les gusta trabajar”, que prefieren vivir en gran parte de subsidios, de servicios gratis mientras ellos literalmente se deforman engordando a base de comida “chatarra” viendo programas deportivos en casa y tomando licor.
Lo esencial del “programa” —si así puede llamarse— de Trump para que Estados Unidos “sea grande de nuevo” es llevar a cabo la mayor deportación de inmigrantes irregulares en la historia, lo que afectaría especialmente a mexicanos, centroamericanos, sudamericanos y hasta asiáticos.
Pero solo muy pocos de estos “ilegales” han estado sin hacer nada, pues tienen que comer y, en la inmensa mayoría de casos, sostener a familias cuyos hijos son ya estadounidenses, además de otro hecho de gran, gran importancia: ¿quiénes van a reemplazarlos en las labores que ellos hacen? El hecho se puso de manifiesto con las seis muertes del choque del carguero con el puente en Maryland: los cuatro habían llegado al país como inmigrantes irregulares, tenían familias en parte estadounidenses y algunos aún no habían logrado legalizarse.
¿Cómo podrá continuar un negocio pequeño o mediano que depende de meseros o cocineros o personal de limpieza o cuidan gente mayor si de un día para otro llegan los del Inmigración a llevárselos?
Ya se dio el caso de una pequeña comunidad de estadounidenses, “gringos gringos”, que se unió para evitar que la policía se llevara a uno de tales “ilegales” que se había convertido en un miembro aceptado y apreciado por ellos...
Sin inmigrantes no podrá Estados Unidos sostener su crecimiento económico
Los Estados Unidos, considerando su tamaño —un poco menor que China y desde luego Rusia que es el país más grande en territorio— tiene relativamente poca población, problema que es más grave para los rusos, un pueblo que dejó de crecer durante el estalinismo que con cambios el criminal de guerra y asesino Putin confronta: tienen relativamente poca población.
Como muchos han señalado, sin inmigrantes “America” (siguiendo a Trump ) no puede sostener su crecimiento; lo que toca ahora es que los ilegales que Trump ofrece deportar organicen grupos con quienes se vinculan para derrotarlo en próximas elecciones...