Una ola de pánico. A cuatro meses de las elecciones presidenciales estadounidenses, la calamitosa actuación de Joe Biden frente a Donald Trump en la CNN ha desatado una tormenta dentro del campo demócrata, con algunos cuestionando ahora abiertamente la capacidad física y cognitiva del actual inquilino de la Casa Blanca para ejercer un segundo mandato. O incluso para dirigir una campaña. El New York Times pide incluso al candidato de 81 años que se retire de la carrera. "El mayor servicio público que Biden podría hacer hoy sería anunciar que no se presentará a la reelección", escribe el diario.
Sin embargo, ninguna figura importante del partido ha roto filas para pedir la renuncia de Biden, y prominentes demócratas, incluidos los expresidentes Barack Obama y Bill Clinton, expresaron su apoyo total en medio de un torrente de dudas.
“Hay una diferencia entre hacer campaña y dirigir un país", afirma Vincent Michelot, profesor de historia política de Estados Unidos en del Instituto de Estudios Políticos Sciences Po Lyon. “Hoy, decenas de observadores políticos coinciden en que la Casa Blanca es sin duda una de las más funcionales de los últimos veinte años. Los asuntos son tratados, internacional o internamente, por un hombre rodeado de un excelente equipo, en la posición de un gran sabio que arbitra", asegura.
El propio candidato quiso tranquilizar a la gente al día siguiente del primer debate, en un mitin en Raleigh (Carolina del Norte). "No volvería a presentarme si no creyera, con todo mi corazón y toda mi alma, que puedo hacer este trabajo", juró, descartando por el momento la posibilidad de retirar su candidatura. Él es el único que puede decidir, y sólo su esposa Jill puede convencerle de que se retire", insiste Dominique Simonnet, escritor y especialista en Estados Unidos. “La dirección demócrata, si quiere, no puede echarlo".
Retirada teóricamente posible
Una decisión así no tendría precedentes en la historia moderna de Estados Unidos. Desde principios del siglo XX, sólo dos presidentes han renunciado a presentarse a la reelección: el republicano Calvin Coolidge a finales de los años veinte y el demócrata Lyndon B. Johnson cuarenta años después. Pero ninguno de los dos tiró la toalla apenas cuatro meses antes de las elecciones.
VER: Biden siembra dudas y Trump mantiene la compostura: principales puntos del debate
En teoría, nada lo impide. Hasta el 19 de agosto, en su convención de Chicago, el Partido Demócrata no ratificará el nombre de su candidato presidencial. Joe Biden, que obtuvo el apoyo de la inmensa mayoría de los delegados en las primarias y caucus celebrados de enero a junio en cada Estado, será lógicamente nominado. A menos que decida retirarse antes. "El Partido Demócrata podría entonces establecer un procedimiento para designar un candidato que sería nominado en agosto, o varios candidatos entre los que los delegados tendrían que elegir", sugiere Vincent Michelot. La retirada sería incluso posible después de la convención.
En los medios de comunicación estadounidenses se barajan varios nombres para tomar el relevo en caso de retirada. Empezando por la vicepresidenta Kamala Harris. A sus 59 años, la número dos del Ejecutivo estadounidense sería la heredera natural. Aunque ha trabajado a la sombra del Jefe del Estado, es la más conocida de los posibles candidatos. Su trayectoria y su papel decisivo en el Senado, del que es presidenta, también juegan a su favor. "Si no fuera elegida, enviaría un mensaje terrible a la comunidad afroamericana, y a las mujeres en particular", señala Vincent Michelot. Pero Kamala Harris es impopular. Una encuesta realizada a mediados de junio por la web de información Politico mostraba que sólo un tercio de los votantes, y sólo tres de cada cinco demócratas, piensan que sería capaz de ganar las elecciones si tuviera que sustituir a Joe Biden. También se la critica por no haber sabido imponerse dentro de la administración Biden.
"Todo que perder”
Otros aspirantes son el Gobernador de California, Gawin Newsom, la Gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, el Gobernador de Illinois, Jay Robert Pritzker, y el Gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro. De momento, ninguno de ellos ha dicho estar dispuesto a tomar el relevo. "Tendrían todas las de perder", afirma la escritora Dominique Simonnet. Con sólo dos meses para hacer campaña después de la convención de Chicago, correrían el riesgo de ser derrotados y echar por tierra sus posibilidades de cara a las elecciones presidenciales de 2028.
TAMBIÉN: La inmigración, economía y Ucrania centraron debate de Biden y Trump
“Sobre todo, porque los medios de comunicación estadounidenses son despiadados con los candidatos", observa Vincent Michelot. Si se presentaran, sus respectivos historiales serían minuciosamente analizados. Con consecuencias potencialmente desastrosas. "Hay decenas de ejemplos de candidatos a los que se predecía ganadores incluso antes de que entraran en liza y que, al cabo de quince días, se autodestruyeron", señala. Un caso emblemático es el de Ted Kennedy, que se vio obligado a retirarse de las primarias demócratas contra el actual presidente Jimmy Carter en 1980 a causa del escándalo de Chappaquiddick, que había estallado once años antes.
Los próximos sondeos serán decisivos para el resto de la campaña. Sin embargo, es difícil predecir el impacto que tendrá el debate del jueves en la intención de voto, dadas las profundas divisiones entre republicanos y demócratas y los ajustados resultados de los sondeos de opinión. Pero si Joe Biden opta por retirarse, deberá hacerlo en los próximos días, advierte Vincent Michelot. "Después será demasiado tarde”.