“¿Cuál es tu origen, náufrago de antiguos mares?” –preguntó Magila al extranjero. Azores respondió con aire de lejanías: “Como tú, soy nativo del piélago intemporal. No sé de dónde vengo, ni cuándo nací. Soy, pues, de cualquier estrella, signo y lugar. Escapé cuando niño de un orfanato y me fui a trabajar a los barcos. Un día conocí a un marino mercante y dijo que era mi padre. Yo no le creí. Pero al alejarse, después de mirarme con amor -pero un amor lejano como él- me dijo, señalando hacia el mar: Has de vivir allá, como mis ancestros”. “Amo la vida en el océano -continuó. Aunque en cada viaje tenga que dejar tierra adentro lo que ame. Por que es de allí de dónde vengo: de las azules e infinitas lejanías. Y tú, mi linda porteña, ¿En qué mares lejanos te engendró Neptuno, la divinidad atlántida? ” “Como ya lo sabes -dijo ella- nací en el mar durante un viaje, pero al sobrevivir en un nafragio, crecí en el Puerto Negro. Sibila me llamó Magila al nacer por ser arte de sus magias. Crecí con sus encantamientos y visiones del futuro. Soy como tú, que viajas a lugares fabulosos y lejanos. Pero yo no puedo abandonar a Sibila. Es decir, no tengo mar. Sólo ferias y caminos. No tengo más destino que volver al mismo estero, como vuelven tus halcones en el deshielo. Trabajo en las ferias con la adivina. Podré tomar mi propio destino cuando –como todos—ella muera. Pero su mirada es eterna y creo que nunca morirá. Como todas las leyendas del mar”. Luego guardó silencio, viendo al horizonte. (XIX) De “Falcón Peregrini” Leyendas del mar. ©C.B.
“Azores" y "Magila", náufragos de antiguos mares
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