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Un solo demente arruina las vidas de cientos de miles de seres humanos

Tanto los soldados ucranianos que luchan contra los invasores rusos, como éstos, sufren heridas, lesiones permanentes, traumas sicológicos, los que afectan más a los rusos que a los ucranianos, que al luchar por su patria son muchísimo menos propensos a esa clase de efectos.

Por El Diario de Hoy |

Un reportaje de Deutsche Welle describe el sufrimiento causado a los soldados rusos a causa de la demencial invasión a Ucrania por el criminal de guerra y asesino serial Putin.


Tanto los soldados ucranianos que luchan contra los invasores rusos, como estos últimos, sufren heridas, lesiones permanentes, traumas sicológicos, los que afectan más a los rusos que a los ucranianos, que al pelear por su patria son muchísimo menos propensos a esa clase de efectos.


Unas enfermeras rusas a quienes se logró entrevistar narran sus experiencias diciendo que, de repente, es como si se encontraran en una película de terror sin poder escapar. “No es algo que se pueda describir en palabras; tienes que verlo con tus propios ojos”, dice Valentyna Lisnycha, que trata a algunos de los pacientes en estado crítico como consecuencia de la guerra.


Lisnycha dirige una unidad de traumatología que trata a soldados con heridas infectadas. La mayoría son soldados de los campos de batalla cercanos del sur y el este de Ucrania. Pero los frecuentes ataques con misiles rusos hacen que las víctimas civiles también sean comunes.


Es temprano por la mañana en el pabellón. Cirujanos y anestesiólogos se reúnen alrededor de sus pacientes. La gran mayoría son soldados cuyas heridas fueron causadas por balas, proyectiles y la caída de escombros. Casi ninguno puede moverse apenas, conectados como están a monitores y goteros intravenosos.


Un médico, dice el reportaje de Deutsche Welle, se detiene para sostenerle la mano a un soldado durante un momento. Él responde con una sonrisa apenas perceptible. Junto a otra cama, una enfermera trata de averiguar qué tipo de golosinas le gusta al paciente. Le promete que su deseo se hará realidad y corre para terminar sus tareas. Los familiares de los pacientes ya llegaron al pabellón y esperan afuera a que comience el horario de visita.


Hay catorce operaciones programadas para ese día, sin contar las emergencias que podrían llegar aún. Los médicos llaman a este hospital la “fábrica de sobrevivientes”. Los soldados heridos llegan al Hospital Mechnikov luego de un tratamiento inicial en los llamados puntos de estabilización, que están justo detrás de las líneas del frente.


En Dnipro los pacientes son sometidos a cirugía antes de ser transferidos, para hacer lugar a la próxima ola de pacientes.


Llega hora de que Valentyna se dirija hacia el teatro de operaciones, del que no podrá salir antes de entrada la noche. Vitaliy espera a ser operado. “Primero llegan los proyectiles, luego los drones te arrojan granadas, y finalmente te disparan los drones kamikazes…”. Esas son sólo algunas de las armas rusas de las que Vitaliy tuvo que esconderse en su estrecha trinchera en el frente. Recuerda haber oído un dron kamikaze volando en su dirección. Tuvo el tiempo justo para hacerse un ovillo antes de que explotara y le hiriera los glúteos. Hoy los cirujanos intentarán reconstruir sus músculos.


La noche es testigo del desastre para las tropas
Las operaciones del día han salido bien, pero el turno de Valentina todavía está lejos de finalizar. Estará de guardia toda la noche, y, de ser necesario, volverá a la sala de operaciones.


El anochecer es el momento más álgido del día debido a las nuevas admisiones desde el frente de batalla. Una ambulancia se detiene frente al hospital. Los paramédicos traen a un hombre uniformado en una camilla. Está inconsciente y cubierto de quemaduras.


Otro soldado ingresa. El personal del hospital escribió un número en el dorso de su mano: 24.356. Comenzaron a contar el primer día de la invasión a gran escala. Y este es sólo uno de varios grandes hospitales que tratan a las víctimas del campo de batalla. “Todos nosotros estamos con síndrome de desgaste profesional”, dice Valentyna, “pero entendemos que otros están sufriendo más”. A pesar de eso, pocos doctores se han ido desde el comienzo de la guerra. Casi todos tienen familiares cercanos que están peleando en el frente. “Ya dejamos de preguntar a nuestros pacientes las causas de sus heridas”, admite Valentyna. “No es que no nos importe. Pero tenemos que tomar una cierta distancia de todo esto. No es cinismo, es cuidarnos a nosotros mismos”.

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Invasión De Rusia A Ucrania Opinión

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