Pedí a Ghudakesh (Señor del Sueño) que me mostrara el sueño de la vida y me mostró la vida de un sueño. En aquel encuentro –del que nadie supo jamás sino hasta ahora—me condujo hasta la orilla del eterno océano, diciendo: “Todos nacimos en el mar. Las mareas nos arrastraron el día de la Creación, sacándonos a tierra firme. Estando allí olvidamos volver al origen divino. Al empezar a andar nos fuimos de paso –como los días y los barcos; como la vida misma—ya no en el agua, sino en la tierra. Al venir a la vida ignoramos haber nacido del mismo océano universal de la imaginación divina, olvidando al pez que un día fuimos. El animal del mar que antes vino a tierra y se quedó en ella. Pero en esos siglos vividos, tierra adentro -talvez borrados por el tiempo mismo- muchas leyendas quedaron viviendo en el viento y la memoria. Aunque sus protagonistas hubieran desaparecido de la faz de la tierra o del espejismo del oriente.” Abriendo el zurrón -de piel de delfín- Ghudakesh me entregó un legajo de páginas donde iban escritas leyendas olvidadas. Hojeando –ya a solas—los pergaminos del mar que me entregara la divinidad, encontré algo insólito e inesperado: leyendas de mi propia vida. Por ello –si alguna vez te encuentras con la deidad—pídele ver el sueño de la vida y –en cambio—te habrá de mostrar la vida de tu sueño. (XI) De “Falcón Peregrini” Leyendas del mar. ©C.B.
Ghudakesh: la Divinidad del Sueño
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