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Centenario de la Presencia Marista en el Liceo Salvadoreño

La presencia marista hace referencia a ese particular modo de enseñar “Para educar a un niño hay que amarlo” y “No puedo ver a un niño sin sentir el deseo de decirle cuanto Dios le ama”. Este es el corazón de San Marcelino Champagnat. Educación y amor no pueden ir separados. Se ama en el buen trato a los niños, cuando se les permite ser partícipes de los descubrimientos.

Por Roberto Zelada

Este año se cumplen cien años de la presencia Marista en nuestro colegio, el Liceo Salvadoreño. El Liceo Salvadoreño, como institución educativa, tiene más años, pues inició en 1881. A partir de 1924 la dirección del colegio es asumida por los Hermanos Maristas. Todo comienzo es en la sencillez y es también duro, pero lo que falta en recursos materiales se suple con el cariño y el entusiasmo de los educadores.

La presencia marista hace referencia a ese particular modo de enseñar “Para educar a un niño hay que amarlo” y “No puedo ver a un niño sin sentir el deseo de decirle cuanto Dios le ama”. Este es el corazón de San Marcelino Champagnat. Educación y amor no pueden ir separados. Se ama en el buen trato a los niños, cuando se les permite ser partícipes de los descubrimientos.

Cien años que no pasan desapercibidos pues es el esfuerzo de una ingente cantidad de hombres y mujeres para la realización de tan bello proyecto: El Liceo Salvadoreño. En primer lugar, los Hermanos que han llevado hasta el altar la ofrenda de sus propias vidas, también las Hermanas y los laicos consagrados. Junto a ellos el personal docente, que es el rostro de la Institución, algunos de ellos ya se nos adelantaron en el sueño de la fe, gracias maestras y maestros. El Personal Administrativo que gestiona la parte logística y financiera. Y el Personal de Mantenimiento, en las múltiples funciones son el rostro amable al recibir a los niños, el rostro de la eficiencia en la reparación y el ornato de la Institución. Y tantas personas que desde el anonimato hacen tanto bien. Nadie puede ser excluido, todos formando parte de una maravillosa aventura.

Las niñas y los niños son el alma del colegio con su forma de ser, se les orienta, pero cada uno de ellos elegirá los valores que le acompañarán (el respeto que es fundamental en el trato de las personas, la generosidad que es la virtud de las grandes almas y el compromiso social, por ejemplo). Los niños son los pajaritos que un día alzarán el vuelo y a todos nos sorprenderán. Los que un día deciden recorrer el mundo en su velero, descubren gaviotas y pintan estelas en el mar, como canta Don José Luis Perales.

Cien años, motivo suficiente para agradecerle a Dios y también para celebrar junto a tantos padres de familia, cuyo valioso aporte ha sido fundamental, por ello nos unimos a la Orquesta de don Lito Barrientos en su Mosaico Salvadoreño: “Liceo Campeón, Liceo Campeón, Liceo Campeón!”. Esta es la algarabía de la celebración.

Al celebrar el centenario no podemos olvidar a aquellos hermanos que permitieron e hicieron posible los primeros pasos con los nuevos aires maristas. Pasos que se dieron con mucha sabiduría y prudencia. En 1924 comenzó el tremendo reto y la aventura del Liceo Salvadoreño con la constitución de la Primera Comunidad marista con el Hno. Arnoldo como primer Director del Centro, el Hno. León Guillermo, como subdirector y los Hermanos Eutiquiano, Jaime Paulino, Daniel Celestino, Pedro Ernesto y Bernardino. No se puede olvidar tampoco a los Hermanos Candidiano y Teodoro José, Visitador y Provincial de Colombia, respectivamente, quienes abrieron los espacios con gran diligencia hacia la presencia marista en la obra que se iniciaba.

Don Calixto Orellana expresa su opinión sobre lo que ha significado la celebración de los 100 años de presencia Marista en el Liceo Salvadoreño: “Para mí es motivo de agradecimiento por ser parte de la Comunidad Marista. Agradecido por el trabajo estable que he tenido durante treinta años, donde he trabajado, me he desarrollado y he tenido el gusto de compartir con todos los miembros de la comunidad. He trabajado no sólo por el sustento, he puesto también mucho amor”.

El ingeniero Gerardo Montenegro dice: “Recibí una educación con los Hermanos Maristas. Ser del Liceo significa ser educado en los valores. Gracias a Dios la percepción de la gente es óptima. Es mi deseo que ningún joven se quede sin la oportunidad de estudiar y que lo lleve a ser un hombre de bien, teniendo a Cristo como centro, a la persona y la amistad”

Oremos: “Oh Dios eterno, que has permitido alcanzar el centenario de presencia marista en el Liceo Salvadoreño, concédenos que se consolide la misma como una comunidad líder en el amor a Jesús y a María, que se transmite y se vive con los niños y los jóvenes. Por Jesucristo N.S. que contigo vive y reina y con la fuerza que viene de lo alto, el Espíritu Santo.  Amén.

Maestro.

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Educación Historia Salvadoreña Opinión

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