Lula, el expresidiario, exconvicto y creador del Foro de Sao Paulo, hoja de ruta para la toma del poder por los partidos comunistas y en tal manera “liberar” a los pueblos, insiste en que tanto los ucranianos como el criminal de guerra y asesino serial Putin negocien una paz en Ucrania, lo que equivaldría a invitar al zorro a hacer arreglos para disminuir las agresiones a las gallinas.
Los ucranianos no tienen nada que negociar con el régimen de Putin, que es el que debe responder por los centenares de miles de muertos y lisiados en las batallas, principalmente de los mismos rusos, e indemnizar a su vecino por los destrozos en sus pueblos.
Generalmente, arreglos como los que proponen Brasil y China sólo servirían para que los rusos descansen y vuelvan a la carga con más fuerza.
Lo más contradictorio es que el brasileño habla de paz, pero se informa que se negó a participar de la conferencia de paz organizada precisamente por Volodimir Zelenski, presidente de Ucrania, que se celebrará este fin de semana en Suiza. La razón: que Rusia no estará presente. Las preguntas obligadas entonces son: ¿O está con Rusia o está con la paz que dice impulsar? ¿Cuál es la buena voluntad mostrada por el régimen de Putin para concederle credibilidad si sigue atacando e invadiendo territorio en Ucrania?
Con amigos así, no se necesitan enemigos. Ya mejor los países del G-7 reafirmaron este jueves su apoyo a Ucrania con el anuncio de un préstamo de 50,000 millones de dólares para frenar la ofensiva rusa, al tiempo que Estados Unidos se comprometió a apoyar a Kiev con un plan de seguridad para los próximos diez años.
A Lula, fundador del Partido de los Trabajadores de Brasil, ligado al chavismo corrupto a través del ALBA y con evidentes ansias de protagonismo en la esfera geopolítica, se le olvida que Ucrania es víctima de una agresión no provocada, la ambición del sicópata Putin de anexarse territorios para reconstruir el “imperio soviético”.
El progreso para los países bálticos vino con la caída del imperio soviético
La Unión Soviética se derrumbó y todos los pueblos que por la fuerza formaron parte de ella, con excepción de Bielorrusia, un país europeo que mantiene una dictadura, son en la actualidad democracias, incluyendo los bálticos, que desde la invasión a Ucrania están reforzando sus fronteras y formando nuevos cuerpos de defensa.
Los rusos tuvieron que emprender la retirada de un día a otro de las tres naciones bálticas, dejando en Lituania el edificio de la KGB sin quemar archivos o retirar los instrumentos de tortura utilizados contra la población lituana, un monumento a la barbarie y lo peor del ser humano.
Hay numerosos testimonios de lituanos, estonios y latvios de lo que fue la vida, el hambre y el frío en esos tiempos y al igual que entonces como lo evidencia la forma como el sicópata Putin llevó a la muerte a Alexei Navalni, los rusos están llevando a cabo degradantes torturas a los soldados ucranianos que capturan, como sucede con los presos políticos en nuestra tierra.
Estonia, la nación más grande de las tres (que hablan idiomas distintos entre sí), invierte muchos recursos para digitalizarse y es posiblemente uno de los países más avanzados junto a Japón en tecnología.