Desde quienes pertenecemos a nuestra amada Iglesia Católica hasta quienes profesan otras religiones y que también son el prójimo, debemos saber que según el artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: "toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión; así como la libertad de manifestar su religión o creencia, individual y colectivamente, tanto en privado como en público".
San Francisco de Sales afirmaba que "la verdadera y sólida devoción, consiste en una voluntad constante, resuelta, pronta y activa de ejecutar lo que se conoce ser del agrado de Dios". También Voltaire, escritor y filósofo francés, expresaba que "la religión mal entendida es una fiebre que puede terminar en delirio"(a lo que podría indicar un fanatismo religioso).
En este punto, surge una interrogante muy interesante y elemental, para que cada uno, a quienes corresponda, analice: "¿Estamos ciertamente practicando, respetando y amando nuestra religión (a la que pertenecemos)?". En varias ocasiones, podemos observar, experimentar o escuchar relatos reales y comprobables de terceros sobre la falsa e incorrecta práctica religiosa, como podría ser la manipulación moral y psicológica de la esencia de la religión; con el fin que otros hagan o actúen de cierta manera, suponiendo que es lo que el dogma religioso representa. Aquí hay que tener sumo cuidado; debido a que existen este tipo de sujetos, grupos, comunidades y círculos.
En el apartado número 2113 del Catecismo de la Iglesia Católica se explica firmemente que "la idolatría no se refiere sólo a los cultos falsos del paganismo; sino una tentación constante de la fe, en divinizar lo que no es de Dios". Es increíble, cómo se puede adulterar la religión, desde agrupaciones o congregaciones que se asemejan más a sectas que a comunidades religiosas, hasta personas particulares que han vivido o no la presencia de Dios en su vida y son fácilmente manipulables por ellos.
Vigilancia, atención y custodia es lo que se requiere. Si en un retiro, culto, oración, ceremonia, rito; los servidores, miembros o asistentes no por ayudar, sino por entremeterse en la vida ajena de los presentes sin razón alguna, actúan con el pretexto de que "Dios así lo manda" o "porque el Señor así lo dice" es una ABERRACIÓN.
Debería existir un edicto moral divino de respeto al prójimo. No se debe bajo ninguna circunstancia actuar bajo puro criterio humano o realizar cosas que parezcan malas, o mejor dicho, que son injustas y malvadas. Dios no es un Dios de manipulación, ni maltrato, ni mentiras, ni importuno; todo lo contrario, Dios Nuestro Señor, es Justo, Recto, Amoroso y Verdadero y no deja nada en el aire ni a medias.
En el Capítulo 1, versículo 10 del Libro de Gálatas de la Biblia Católica se cita: "¿Acaso yo busco la aprobación de los hombres o la de Dios? ¿Piensan que quiero congraciarme con los hombres? Si quisiera quedar bien con los hombres, no sería servidor de Cristo". No nos durmamos, permanezcamos despiertos, con la vela de la sabiduría encendida y atentos a la Verdadera Palabra y Poder de Dios.
Licda. en Ciencias de la Comunicación