El español Rafael Nadal dijo adiós de entrada en Roland Garros, pero sin confesar si, a punto de cumplir los 38 años, fue una despedida para siempre del torneo de tenis que ha ganado 14 veces, el cimiento de su leyenda.
El día en el que el número 2 del mundo, el italiano Jannik Sinner, y la número uno, la polaca Iga Swiatek, superaban sin problemas su primera ronda, todas las miradas estaban puestas en el regreso, dos años más tarde, del hombre que más huella ha dejado en el torneo.
La central de París se llenó por vez primera para un duelo de primera semana, el que medía a Nadal contra el alemán Alexander Zverev, convencidos los aficionados de que allí pasaría algo histórico: o el fin de su leyenda o un nuevo milagro.
Al final no fue ni lo uno ni lo otro. La recuperación del español fue insuficiente para rivalizar contra el número 4 del ránking, que llegaba con el título de Roma recién logrado y que hizo un partido sólido que impidió a Nadal renacer una vez más: acabó perdiendo por 6-3, 7-6 (5) y 6-3.
Tampoco hubo fin de la leyenda porque el español se negó a cerrar la puerta a un regreso a la tierra de sus mayores gestas, aunque todo en el ambiente apuntaba a que era el día del fin.
El público enfervorecido, los balances poco velados, el discurso en la pista y la impresión de que se ha alejado del máximo nivel. Pero Nadal quiere explorar la posibilidad de seguir jugando y se dio de plazo hasta los Juegos de París, su nueva meta, tras los cuales decidirá si está en disposición de querer seguir.
Zverev, el único tenista en activo que ha jugado las tres últimas semifinales en París, dejó una buena impresión, la que lleva desprendiendo desde que se alzó hace poco más de una semana al ganar en Roma.
El número 4 del ránking se medirá contra el ganador del duelo entre el belga David Goffin y el francés Giovanni Mpetshi Perricard, invitado por los organizadores, que hace unos días levantó en Lyon su cuarto título del curso a los 20 años.
MIRA TAMBIÉN: Chelo Arévalo ya tiene rivales de Roland Garros