La ciudad de Doral se convirtió en la primera ciudad del Sur de la Florida en exigir “un fin inmediato y permanente a todas las hostilidades” en Israel y Gaza, sin menoscabar el derecho de Israel a defenderse, pero abogando por la protección de los civiles inocentes.
El mismo día, el presidente Joe Biden advirtió, por primera vez, que no enviará a Israel armamento ofensivo si el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, lanza una invasión contra la ciudad de Rafah.
En esa asediada ciudad del sur de la Franja de Gaza, más de un millón de palestinos se han refugiado, huyendo de la ofensiva del ejército israelí y de los devastadores bombardeos.
Biden enfatizó en una entrevista con la cadena noticiosa CNN: “Dejé claro que si [las tropas israelíes] entran en Rafah, aún no han entrado, no suministraré las armas que históricamente se han empleado para tratar con Rafah, para tratar con las ciudades, para tratar ese problema”.
El mandatario reiteró que su gobierno mantiene su apoyo a la defensa de Israel y seguirá suministrando material para el sistema Cúpula de Hierro, que intercepta misiles enemigos. Pero reconoció que Israel ha usado armas estadounidenses para matar a civiles en Gaza, y que si lanza operaciones en centros urbanos no tendrá el apoyo de Estados Unidos.
Entretanto, las protestas estudiantiles contra la matanza en Gaza han aumentado en todo el mundo. Desde su epicentro en la Universidad de Columbia, en la ciudad de Nueva York, las manifestaciones de los estudiantes en defensa de los palestinos se han extendido en Estados Unidos de costa a costa; han saltado el Atlántico, y han estallado en universidades de España, entre ellas la Complutense, en Madrid, y en otros países, como Francia, Italia, Grecia, Dinamarca, el Reino Unido, Irlanda, Alemania y muchos más.
En Estados Unidos, la policía ha reprimido a los estudiantes en varios centros de educación superior, ha arrestado a centenares de manifestantes y ha desmantelado sus campamentos en los recintos universitarios. Pero los jóvenes –que son respaldados por muchos profesores– han vuelto a montar sus carpas en los predios universitarios y mantienen su enérgica protesta. Desde la guerra de Vietnam no se producía un movimiento estudiantil tan extenso y decidido como el que estamos presenciando.
Biden se encuentra en una difícil encrucijada. Por un lado, debe mantener el apoyo a Israel, un apoyo que considera crucial a raíz del ataque terrorista que Hamás lanzó el 7 de octubre en el sur israelí, una agresión brutal en la que unas 1.200 personas fueron asesinadas y unas 250 fueron tomadas como rehenes por los militantes de Hamás. Al mismo tiempo, las consecuencias de la represalia israelí en Gaza resultan intolerables, como denuncia el clamor de los estudiantes, que Biden sin duda ha escuchado. Más de 34.000 palestinos han muerto bajo la ofensiva lanzada por Israel en el enclave palestino desde el pasado octubre, la mayoría mujeres y niños.
Lograr la paz es la tarea más urgente que Biden afronta en este momento. En ese sentido, la ciudad de Doral, al abogar por la defensa de Israel y a la vez por la protección de los civiles en Gaza, ha señalado el camino hacia la paz. [FIRMAS PRESS]
Andrés Hernández Alende es un escritor y periodista radicado en Miami. Su novela más reciente es La espada macedonia, publicada por Mundiediciones. En 2023 publicó un libro sobre la pandemia del COVID-19, titulado Una plaga del siglo XXI, a la venta en Amazon.