"Lo esencial e importante es preservar las fachadas”, lo que faculta al dueño de un inmueble que por algún motivo sea considerado como bien de valor cultural, hacer los cambios en el interior que considere apropiados y que no ponga en peligro la edificación.
Un ejemplo son las trece torres de la población de San Giminiano entre Florencia y Siena, que originalmente tuvo casi cien, pues cada familia se protegía dentro debido a las rivalidades entre clanes (rivalidades como las que llevaron a la trágica muerte de Romeo y Julieta), ahora convertidas en museos y centros culturales, un regla que ha permitido conservar el frente del palacete del pintor Henry de Touluse Lautrec en el balneario de Arcachon, cerca de Burdeos.
En nuestro país se fastidia y persigue a quienes compran un inmueble pretendiendo obligarlos a mantener interiores que son estorbo al progreso, como ocurrió cuando los directivos de este periódico iniciaron la reconstrucción de la derrumbada Escuela Gamboa: tomó dos años hasta conseguir los permisos para hacer de la Gamboa lo que es en estos momentos: la escuela pública más acogedora y agradable del país, con servicios sanitarios para niños pequeños, servicios separados para alumnos y maestros, ventilación cruzada en las aulas además de iluminación natural ya que entre la pared perimetral y los salones hay un espacio de casi un metro de ancho. Dadas sus prestaciones, su ambiente sano y agradable, la escuela sirve dos turnos, además de contar en un amplio anexo con mesas de ping-pong y un aula con teclados para los alumnos que quieran aprender música…
Pero las entidades encargadas de velar por la educación y la cultura, comenzando por el respectivo ministerio, se han quedado muy, muy, muy calladitas frente a los destrozos de los pisos del Palacio Nacional, una evidente movida para que algún sujeto miembro de la “cherada” oficial pase factura… el silencio sepulcral que involucra a las autoridades de Cultura evidencia que de “cultos” no tienen ni el barniz…
La norma civilizada es “o todos en la cama o todos en el suelo”. Vamos a señalar dos otras muy graves violaciones a lo que son bienes culturales: la destrucción del Centro Histórico al demoler la antigua Biblioteca Nacional para que arrasaran con decenas de antiguas construcciones y la actual demolición entre el Centro de San Salvador y el mercado Sagrado Corazón.
Arrasan con pisos históricos, destruyen el Centro… pero calladitos
Roguemos a Dios que no se les ocurra “remodelar” el Teatro Nacional o el “Castillo” de la Policía, construcciones que han resistido sismos muy fuertes, igual al que derrumbó el gran edificio frente a lo que se conoce como “El Telégrafo”, el Rubén Darío, en la calle del mismo nombre.
A lo anterior hay que agregar la destrucción de las ramadas en la Costa del Sol aparentemente para edificar un “palacio de mar” para el dueño de la finca y sus allegados…
Bien se dice que “con amigos como esos nuestro saqueado país no necesita enemigos”, aunque se escuden en la figura de San Romero como sacrílegamente lo hacía Funes, el mismo acusado de saquear 351 millones de dólares de los impuestos de todos los salvadoreños.
Es más que obvio que la OPAMSS, la alcaldía y “Cultura” son entidades tuertas, que con un ojo ven a la indefensa ciudadanía pero se hacen “del ojo pacho” cuando se trata de todo lo relacionado con el dueño de la finca…