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Carta a la ministra de Cultura: Renuncie

No encuentro en el presupuesto ninguna partida para la remodelación del Palacio. Esto se explica porque este proyecto, como tantos, no es resultado de planificación, sino de una ocurrencia del señor presidente. Sea como sea, usted tiene que rendir cuentas de dónde proviene el gasto de la remodelación.

Por Paolo Luers
Periodista

Ciudadana Mariemm Pleitez:

Nunca he tenido oportunidad de dedicarle una de mis cartas, ya que nunca hizo nada que me llamara la atención. Hoy me toca escribirle. No para volver a reclamarle que no está cumpliendo su obligación de preservar el patrimonio cultural del país. Esto ya está ampliamente documentado, comentado y condenado en el caso del piso del Palacio Nacional. No hace falta repetirlo.

Pero usted como ministra tiene otra obligación legal: la transparencia de los fondos que maneja su ministerio, incluyendo la justificación de cada gasto. De esto nadie ha hablado, menos usted y sus voceros.

Así que le pregunto, ministra:

  1. ¿Cuánto está gastando en la remodelación del Palacio Nacional? ¿A quién se está comprando el nuevo piso, con base en qué licitación?
  2. ¿De qué parte del presupuesto provienen estos fondos?
  3. ¿Cuál es la justificación de este gasto? ¿Cómo entran el cambio del piso y las otras obras realizadas en el Palacio en las prioridades de su cartera?

Punto 1: Viendo las imágenes del río Las Cañas convertido en botadero de los pisos originales del Palacio, el costo de su remoción y sustitución tiene que ser muy elevado, como sabe cualquiera que ha llegado cerca de la quiebra poniendo piso nuevo en su humilde casa de clase media. Ni pensar el costo de un piso digno para un palacio que es patrimonio histórico. ¿O será, como dicen malas lenguas, que están poniendo al Palacio pisos baratieri, que trajeron los chinos al país, aprovechando la construcción de la Biblioteca? ¿O será otro gasto millonario, como el de la reciente remodelación que ordenó Bukele de la mansión presidencial en el Lago de Coatepeque? Queremos saber.

Punto 2: No encuentro en el presupuesto ninguna partida para la remodelación del Palacio. Esto se explica porque este proyecto, como tantos, no es resultado de planificación, sino de una ocurrencia del señor presidente. Sea como sea, usted tiene que rendir cuentas de dónde proviene el gasto de la remodelación.

Punto 3: Si uno ve las carencias que hay y para las cuales no hay presupuesto, es difícil imaginarse cómo tendrá prioridad el cambio de piso en el Palacio Nacional. No voy a abonar a esta demagógica barata de siempre contraponer cualquier gasto con las inversiones que el gobierno no hace en hospitales y escuelas. Quedamos en el rubro de la cultura que usted dirige. Están cerrando casas de cultura en todos los departamentos. No hay dinero para apoyar a los grupos independientes de danza, teatro y música. Pero hay dinero para remover el piso del Palacio –gasto nunca previsto por los expertos en restauración de edificios históricos en sus evaluaciones y propuestas para el Palacio. Da la impresión que la verdadera razón para haberse metido en esta locura de último momento de remodelar (y joder) al Palacio Nacional es que el presidente ha decidido celebrar ahí su entronización el 1 de junio.

Yo ya sé que no voy a obtener ninguna respuesta de usted. Por esto ni me molesto a invocar mi derecho de acceso a la información pública. Ya no existe este derecho. Sospecho que usted no va a contestar no sólo porque no quiere, sino por que no puede. Ni usted, siendo la ministra, sabe las respuestas. Usted ha delegado no solo la ejecución de la obra al MOP, sino también las decisiones sobre cómo y adónde intervenir al Palacio – y sobre los fondos. Todo quedará enterrado en el cementerio de la información reservada, como si fueran secretos del Estado.

Delegar las responsabilidades de la autoridad cultural al MOP siempre ha sido mala decisión. El último ejemplo fue la instalación de la Michi Verde en El Espino, obra del entonces jefe del MOP, Gerson Martínez. Pero el daño que están haciendo al Palacio Nacional es mucho más grave. Debe renunciar, para que su ministerio se convierta en un departamento del MOP.

Sin más que decirle...

Paolo Lüers

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